(Ilustración digital realizada por Daf Nudelman)
Al final ganó la Helvética. Esto, tal vez, poco sorprende a los seguidores y hubiese sido evidente presentar este post con las palabras de uno de sus defensores. Pero nos gusta divertirnos y ese camino no lo pensamos seguir.
(Por Daf Nudelman) Ya están los resultados, ni falta hace que se cuenten los votos, ni hablar de un ballotage… absoluta ganadora: La Helvética! la tipografía fetiche del diseño del siglo XX y XXI (y quién sabe cuántos más?).
Es inútil negarlo, es internacionalmente la tipografía más usada: libros, afiches (buenos, malos y malísimos), revistas, diarios, webs, identidad corporativa (hasta se publicó un libro con los todos los logos hechos solo con Helvética…!). La vemos hasta en la sopa… es sin dudas la tipografía más popular. Esto me hace algo de ruido; porque en general los diseñadores, siempre tan especiales nosotros, buscamos diferenciarnos: la tan buscada “identidad propia”, la “marca personal”, el “sello de autoría”. Nunca se busca ir a lo común o a lo que ya está muy usado… siempre se quiere dar el toque original, innovador… y personal. Entonces muchos hacen firmas y tags “personales”, y muñequitos (que son ellos en chiquito, o su gato o su perro) o algunos se arman un hermoso universo gráfico con texturas y figuras particulares, que aplican a tooodas sus piezas de diseño. Algunos lo hacen tan bien y con tanto éxito que después son copiados un sinfín de veces y su “marca personal”, paradójicamente, se vuelve moda y todos la adoptan como su “identidad propia” (aunque sabemos que el original es él… digámoslo… HYPERLINK "http://www.misprintedtype.com/v3/" E. Recife).
Entonces… ¿por qué entre tanta búsqueda de mi propio lenguaje personal siempre se recurre a la misma tipografía sans? Que no solo es la misma de siempre, sino la misma que usan todos: la más popular, cuando lo popular en diseño está re out. (Además, ¿El diseño tiene que comunicar el mensaje del comitente o el diseñador que lo hizo?).
Puede haber muchas razones para que esto pase: puede ser falta de tiempo o de paciencia, o que muchas veces no es necesario darle muuuchas vueltas al asunto, necesitamos una tipografía sans, que sea legible y pase desapercibida, y la Helvética es una perfecta opción… pero ¡ojo! Una opción! Lo que significa que HAY alternativas: La Univers tiene casi 30 variables, y la Franklin Gothic tiene una hermosa proporción para cuerpos grandes o la Formata (tipografía que utiliza el diario Perfil) una versatilidad enorme, y ni hablar de la Akzidenz, la pobre hermana mayor de la Helvética. Solo por nombrar algunas del paquete de “tipografías nobles” que también tienen excelente legibilidad y son perfectamente transparentes de sentido.
Otra puede ser que la helvética garantiza un buen diseño y asegura el éxito (aunque a mi todavía nadie me avisó). Pero su uso casi incondicional, me lleva a pensar que a veces no es falta de tiempo, o indiferencia hacia la elección tipográfica (aunque esto ya sea preocupante), sino algo peor: miedo. Miedo a una elección incorrecta, a correr el riesgo de utilizar una tipografía diferente, miedo a jugarse por algo “nuevo”. Lo que se conoce como la seguridad del mediocre. Sí, ya sabemos que queda linda la Helvética en negativo sobre una textura de madera! O qué sutiles las piezas simples con Helvética Light, digo, si eso ya está hecho y “supuestamente” buscamos innovar ¿por qué alrededor del mundo seguimos usando todos la suiza?
¿No se contradice con la idea del “sello propio”, con la “marca personal”? ¿No es algo mediocre que habiendo casi 200 tipografías similares a la Helvética, se use siempre la misma, sin siquiera analizar otras?
¿O es que quizás deberíamos decirle a los tipógrafos, que no se gasten diseñando nuevas tipografías sans-serif? porque ya está inventada la Helvética y todos vamos a usar esa única tipo para todo.
Aunque no podemos olvidar, que si bien ahora la globalización alcanzó las tipografías, cada nación tuvo la suya, y la helvética no es internacional, sino puramente suiza, así como la Gill es inglesa, o la Franklin es estadounidense.