Desde que salieron (y antes cuando eran sólo un rumor) se había instalando la idea de la salvación. Los dispositivos conocidos como tabletas venían a erigirse en la última posibilidad de los diarios por subsistir. Antes habían desfilado el cambio de formato y la integración de las dos redacciones. Tal vez, las tabletas no ofrecían las ventajas económicas que significaban hacer diarios con menos papel o reemplazar a los redactores en papel por los chicos que manejaban con cierta destreza el html.
La última salida para la crisis de los diarios se la debemos en gran medida a Apple y a su iPad. El especialista argentino Iván Adaime sostiene que, mucho antes de su lanzamiento, todos se preguntaron si esta sería la "tableta de la salvación" para los medios.
Hoy, Adaime, Gerente de Contenidos Especiales de La Nación Digital, escribe sobre la verdad que se esconde detrás de esa manifestación de esperanza, en su primera columna exclusiva para Visualmente.
(Por Iván Adaime) El problema no son las tabletas, sino lo que despiertan. Algo así ya había pasado, en 1994 cuando el mundo del CDROM parecía ser "el pasaporte al futuro" para las revistas y los medios tradicionales, tal como nos lo recuerda Scott Rosenberg. Las expectativas en uno y otro caso, comparten, con casi 20 años de diferencia, la misma desmesura.
La última manifestación es reciente, y se la debemos en gran medida a Apple y su iPad. Desde mucho antes de su lanzamiento, muchos se preguntaron si esta sería la "tableta de la salvación" para los medios. Y no es difícil saber por qué: la empresa de Steve Jobs está logrando lo que muchos creen imposible en tiempos de la web de estándares y protocolos abiertos: crear un jardín cerrado, controlando y decidiendo qué aplicaciones y contenidos se publican en su tienda ¡y que incluso paguen por ellas!
Muchos de los modelos de aplicaciones de medios pensados para funcionar en tabletas, son herederos directos de The Tablet Newspaper, que se presentaba como el futuro de los diarios, en 1994. Un proyecto liderado por Roger Fidler, autor del recomendable Mediamorfosis.
The Tablet Newspaper era un intento adelantado a su época: ni las redes ni los dispositivos eran los que tenemos hoy en día (bajar la edición electrónica de un diario podía tardar ¡cuatro horas!). Sin embargo, hoy, a pesar de toda el agua que corrió debajo del puente, esas ideas conceptualmente están retomadas casi en forma calcada en varios proyectos tablet, pero también en algunos antecedentes que intentaron construir publicaciones más allá del html. Muchos prototipos que se presentan con el futuro parecen concebirlo como una extensión del pasado.
En general todas ellas comparten varias similitudes. Pensar al contenido como algo cerrado y estático, que presuponen un texto sin links, sólo referenciando a sí mismo, es decir todo lo opuesto a lo que la navegación hipertextual propone incluso desde los tiempos 1.0, es una de ellas. El sentido implica desde tiempos analógicos circulación de información y en el terreno de las redes la propagación y transformación que ejercen los usuarios no han hecho más que actualizar este mandato. If it doesn't spread is dead, afirmaban Jenkins y compañía, y es muy difícil ver la forma en que estos productos puedan hacerlo si están concebidos como las revistas de antaño, como unidades cerradas, sin actualización y sin posibilidad de ponerlo a circular.
En algunos casos, en las propuestas que buscan crear al futuro esquivando al html, se llega a proponer una navegación mediante la metáfora de “pasar hojas”, lo cual no deja de llamar la atención: sobre todo porque en un entorno digital ¡no hay hojas! El poder de las metáforas es poderoso y no merece ser ridiculizado: familiariza a un usuario en las herramientas de un “nuevo entorno” usando las del “viejo entorno”. Veamos si no la metáfora del escritorio que está en todas las interfaces gráficas de las computadoras personales (sean las de MacOs, Windows o Ubuntu) que hacen que en un medio digital guardemos los "archivos" ¡en carpetas! Los primeros tractores usaban la “metáfora de las riendas” para facilitar el uso de esa nueva tecnología a los campesinos acostumbrados a andar a caballo. Pero después de un tiempo, el volante, acelerador y caja de cambios se mostraron más efectivos para manejar un tractor que hacerlo mediante riendas. En el entorno digital (ya sea tablet, PC, móvil) las páginas no se pueden pasar… hasta que no superemos ese escollo seguiremos guiando tractores con riendas.
La idea de la tableta seduce. Tanto por cuestiones de negocio como por sus potencialidades narrativas. Es sabido que la publicidad en Internet no crece a la velocidad esperada y que, aunque lo hiciera, los reyes de la publicidad online no son los medios sino el search o los pure players, por eso no sorprende que esté muy revuelta la búsqueda de nuevos modelos de negocios. Los últimos meses del año pasado estuvieron signados por el ruido (mucho) que generaron los rumores sobre el regreso del modelo de suscripción, y también por el pago por contenidos. En este sentido es donde el modelo Apple, cerrado y atado a dispositivo, parece tener puntos de contacto con modelos ya probados. Pero el negocio de Apple no es salvar industrias, sino veamos el caso de la música.
Más allá de los números, la construcción de una nueva narrativa es algo de lo que venimos hablando desde la aparición de los medios digitales. Pasó un largo tiempo hasta que el cine o la radio encontraron su formato, primero lo tomaron prestado de formas anteriores. Y si bien ya hay esbozos de una narrativa hipertextual, caracterizada por el uso de links, soportes embebidos, participación de los usuarios, estamos todavía en ese tiempo de transición. Quizás un soporte nuevo pueda ayudar, pero no alcanza. Y la metáfora de lo impreso sigue siendo fuerte aun en las aplicaciones diseñadas para el iPad, que cuenta con una interfaz superadora de la del "escritorio". Como en los CDROM de 1994, por detrás está la misma idea de empaquetar diferente el mismo producto. En su momento no fue suficiente con el "agregado multimedia". Es difícil pensar que eso mismo alcance hoy, cuando, encima, las audiencias ya no son lo que eran.