(Un retrato del cardenal Lavigerie, reproducido de un cuadro de León Bonnat)
(Por Pedro Pérez Cuadrado) En los archivos de la British Library aparece relacionado el que los ingleses consideran el primer periódico en color (first coloured newspaper) –no sabemos si del mundo o sólo del Reino Unido–, honor que atribuyen a The Coloured News, un semanario ilustrado y de poca continuidad que apareció en Londres en nueve ocasiones, entre el cuatro de agosto y el 29 de septiembre de 1855.
Independientemente de lo puntual de la acotación anterior, si parece cierto, como apunta María Cruz Seoane, que las revistas ilustradas experimentan una extraordinaria transformación en los últimos años del siglo XIX, “con la incorporación del grabado en color y el reportaje fotográfico” (Seoane, 1983: 308).
(Una composición alegórica ‘El invierno’, a doble página. En ambos aparece el pie Chromotypogravure Boussod, Valadon et Cia, París. Publicados el 22 de diciembre de 1888)
El color en las publicaciones decimonónicas no se lograría únicamente en base a técnicas xilográficas, calcográficas o litográficas. Las dos últimas décadas del siglo fueron claves para el desarrollo del fotograbado, un método de reproducción de imágenes en base a la fragmentación de éstas en minúsculos puntos que, observados a la distancia normal de lectura, dan sensación de tono continuo, como en las fotografías.
Esta fragmentación en puntos se lograba por la interposición de una retícula (William Fox Talbot, alrededor de 1870 y Georg Meissenbach en 1881) entre el negativo fotográfico y la plancha metálica a emulsionar. Plancha que, una vez tratada con ácidos convenientemente, presentaba un relieve suficiente para que pudiera ser estampada al mismo tiempo que el texto tipográfico.
Si bien es cierto que, al principio, la poca definición de la trama no permitía reproducciones demasiado precisas, el consiguiente perfeccionamiento permitió incluso pensar en reproducciones a color.
Este procedimiento ponía en peligro, sobre todo, a los grabadores xilográficos ya que la reproducción fotomecánica no precisaba de traductores manuales. “En 1876 –dice Francesc Fontbona– La Ilustración Española y Americana publicaba algún ‘guillotage’, técnica de fotograbado ‘pluma’ ideada por el francés Firmin Guillot partiendo de la zincografía” (Fontbona, 1996: 23).
Pero, aunque la Sociedad Heliográfica Española fue pionera en el fotograbado en España en 1875 y ya existiera en Madrid el primer grabador, Francisco Laporta Valor, en 1880, no será hasta el nacimiento del fotograbado ‘directo’ cuando se consiga dar ilusión no sólo de líneas (como el grabado a pluma) sino también de sombra. Este fotograbado directo, como hemos dicho, proporcionaba un clisé o cliché obtenido a través de una finísima retícula que descomponía las imágenes reales en miles de puntos de distinto grosor, y permitía imprimir una imagen ‘en grises’ que engañaba al ojo del lector.
(Detalles de cabeceras usadas en 1888 y 1889)
Los buenos resultados obtenidos animaron a probar también con el color. “La introducción del color en el fotograbado –dice Fontbona– estuvo a cargo de la casa C. Augerer y Guschl –ya presente en el fotograbado en blanco y negro desde 1883 en La ilustración ibérica–, cuyas tricromías aparecieron en 1888 en La ilustración española y americana y fueron publicadas más adelante por otras revistas (La ilustración artística, 1891).
Efectivamente, hemos podido constatar en los archivos de la Biblioteca Nacional en Alcalá de Henares que el número 47, de 22 de diciembre de 1888, de La ilustración española y americana comienza la publicación de suplementos en colores que no son otra cosa que láminas sueltas incluídas en el número ordinario de 24 páginas. Concretamente, son dos. La primera, un retrato del cardenal Lavigerie, un cuadro de León Bonnat que colgó en el Salón de París del mismo año 1888. La segunda, una composición alegórica titulada ‘El invierno’, a doble página. En ambas aparece al pie: Chromotypograuvere Boussod, Valadon et Cia, París, lo que no coincide exactamente con la anotación posterior de Fontbona respecto a la autoría.
De cualquier forma, en la segunda página del ejemplar referido (la 362 según numeración) se explica lo de ‘Nuestros suplementos en colores’ y se dice textualmente: “Deseosa la empresa de La ilustración española y americana de corresponder el creciente favor con que el público acoge sus tareas, distribuye con el presente número, que consta de ocho páginas más de las diez y seis habituales, dos láminas en cromotipografía, primeras de una serie que tenemos dispuesta, en obsequio de nuestros consecuentes abonados”. Acto seguido pasaba a explicar el contenidos de estas.
(Número 2 de La Ilustración Española y Americana del 10 de enero de 1870)
La ilustración española y americana había nacido en 1869 y con una combinación de noticias de actualidad, divulgación artística, literaria, histórica y científica alcanzó hasta 1921. Publicaba habitualmente grabados por línea en blanco y negro –la mayoría xilografías– que en algunas ocasiones apuntaba como sacados “de fotografía”.
Efectivamente, Eliseo Trenc apunta, cuando habla de la tipología de las ilustraciones del XIX, que la reproducción de la imagen xilográfica de madera a la testa “se hace, en una primera etapa, a partir de dibujos originales, y en una segunda etapa, a partir de fotografías que se logran reproducir directamente sobre la madera” (Trenc, 1996: 63).
Conviene destacar en esta publicación la participación del dibujante Josep Lluis Pellicer, autor de multitud de dibujos, croquis y apuntes y que pasó por ser un señalado reportero gráfico, aunque cultivó también el género joco-serio.
(Reproducción de acuarelas del pintor italiano Marchetti, del 8 de septiembre de 1889)
Cuando inicia la reproducción de grabados a color, La ilustración española y americana es una publicación semanal con formato de 285 x 400 milímetros y una caja o mancha de 236 x 350 milímetros dividida en tres columnas de 76 milímetros y dos corondeles vistos de 4 milímetros mucho más finos que los habituales en prensa diaria. Tiene una confección eminentemente vertical que, no obstante, introduce grabados entre el texto de algunas páginas. Otras son solamente tipográfica y muchas se arman con una imagen de arriba a abajo y un pie que la identifica.
A veces, se permite el lujo de introducir pósters a doble página en las centrales. Concretamente el número 35, de septiembre de 1888, incluye un desplegable del puerto de Barcelona que ocupa más de cuatro páginas del periódico en xilografía. Habitualmente, los grabados tenían una relación directa con las informaciones.
Volviendo al tema del color en La ilustración española y americana, es el mismo Fontbona quien apunta que “los sucesores de Goupie-Boussod, Valadon y Cia, potente firma dedicada al comercio del arte y que difundía reproducciones de obras de los artistas contratados por ella, también colocó fotograbados en color en revistas españolas” (Fontbona, 1996: 71) y hace referencia de nuevo a La Ilustración española y americana de 1890.
(Portada y página interior de Album Salón, del 16 de abril de 1898)
Asimismo, Fontbona cita a Josep Thomas, que “introdujo también en fotograbado el color autóctono que explotó en La ilustración catalana (1890) y en La ilustración artística (1891), “tendencia que llevaría algunos años después –dice Fontbona– a la primera publicación que se anunció como ‘la primera revista española ilustrada en colores’, es decir, la revista barcelonesa Album salón que aparecería entre 1897 y 1907”.
A finales del siglo XIX, las revistas ilustradas sufren una transformación importante, ya que incorporan el grabado en color junto con el reportaje fotográfico. En Album salón se puede apreciar este maridaje entre el dibujo y la fotografía. Probablemente, esta revista barcelonesa fue la publicación ilustrada con mejor calidad de color de su época. Sin embargo, la quincenal Album salón –como asegura Pilar Vélez– “estaba reproducida en cromolitografía, la misma técnica que usaban los carteles publicitarios” (Vélez, 1996: 81). y cita como grabador a Josep Roca. Por último, insiste en “que fue una de las publicaciones mejor ilustradas, en cuanto al color se refiere, de su época”.
(The Coloured News)
Valeriano Bozal escribe que “las publicaciones del tipo de La Ilustración Española y Americana pronto vieron aparecer un competidor en revistas que se movían a medio camino entre el magazine y el periódico ilustrado literario con algunas notas de humorismo. Tal fue el caso de Pluma y Lápiz (Barcelona, 1893), primero con ilustraciones en «tipolitografía» y después con fotograbados, que contó con las firmas de Pellicer, Cilla, Labarta, etc., y reprodujo obras de Aguasot, Muñoz Degrain y diversos autores extranjeros. También entran dentro de esta tendencia los célebres Madrid Cómico (...) y Blanco y Negro (...)” (Bozal, 1979: 183).
Bibliografía
-BOZAL, Valeriano (1979): La ilustración gráfica del siglo XIX en España. Madrid: Ed. Comunicación.
-FONTBONA, F. (1996): ‘Las Ilustraciones en España’, en La prensa ilustrada en España. Las ilustraciones 1850-1920. Montpellier: Université Paul Valery.
-SEOANE, María Cruz (1983): Historia del periodismo en España 2. El Siglo XIX. Madrid: Alianza Universidad Textos.
-TRENC BALLESTER, E. (1976): Las artes gráficas de la época modernista en Cataluña. Madrid: Ediciones Forja S. A.
-VÉLEZ, P.: (1996): ‘Las ilustraciones y la nueva encuadernación industrial: el grabado sobre metal, base de la nueva encuadernación’, en La prensa ilustrada en España. Las ilustraciones 1850-1920. Montpellier: Université Paul Valery.