(La Voz de Galicia, el 7 de junio de 1993)
(Por Pedro Pérez Cuadrado) Varios autores insisten en la denominación de ‘diario de servicios’ al tipo de prensa que se va configurando en España a finales del siglo XX y que responde, fundamentalmente, a una evolución de los contenidos hacia temas más sociales –de hecho Casasús lo califica como periodismo social–, y a parcelas informativas de utilidad que funcionan como “herramientas útiles para el bienestar personal” (Alberdi y otros, 2002: 26).
No lo consideran, sin embargo, un modelo original ya que –dicen– tiene su origen en Estados Unidos y en el camino hacia nuestro país “se ha ido impregnando de diversas particularidades que tienen mucho que ver con la tradición de la prensa en Europa y las propias peculiaridades de una sociedad que, a pesar de la globalización, todavía conserva algunos rasgos autóctonos”.
El periodismo de servicio –concluye Diazhendino (1994: 17 y 93)– nace entonces “como fórmula adecuada de respuesta a unas concretas exigencias del mercado”, entendiendo que el tipo de información que se ofrece “pretende ser de utilidad personal para el lector, que responde a sus inquietudes reales, a sus expectativas (...) y le sirve para enfrentarse con su vida cotidiana”.
También hay que decir que la fórmula se materializa como una reacción del producto diario a la ingente cantidad de publicaciones específicas (motor, televisión, salud, bricolage, etc.) que aparecen en nuestro país a partir de los años ochenta.
El resultado formal, que es lo que nos interesa por su relación con los aspectos cromáticos que integramos aquí, también cambió entonces en la prensa española. El profesor Armentia afirma que en relación a este periodismo de servicios del que hablamos, “aparece un nuevo concepto en relación a la presentación estética de la prensa escrita: el «diseño visualizante»” (Armentia y otros, 1999: 74). Este diseño, que recogería influencias directas de los medios audiovisuales –ya lo citamos con anterioridad al hablar de Usa Today–, insistiría en las características formales que se habían venido aplicando a la prensa como consecuencia de una evolución tecnológica cierta (color y fotografías de calidad, aparición de la infografía, riqueza tipográfica...), pero también como convencimiento de la necesidad de una diferente estructura textual que, como vimos, había comenzado con la doble velocidad de lectura en los diarios.
Nosotros aun diríamos más: el nuevo diseño aparece en parte como la retroalimentación que supone que, una vez concluido el periodo en que los primitivos diarios en Internet copian a los impresos, se invierte la tendencia y comienzan a aparecer en la Prensa recursos de diseño que nacen en la pantalla. Fundamentalmente por la facilidad y rapidez de fabricación: la resolución necesaria para pantalla hace más rápido crear elementos complejos de puesta en página tales como filtros, desenfoques, rasterizaciones... De esta manera, según aumenta la potencia de los ordenadores, dichos elementos se incorporan al diario impreso. Y el color, por supuesto, estaba en las prerrogativas de la web como elemento fundamental de la nueva forma de hacer periodismo.
(La Voz de Galicia, el 8 de abril de 2004)
Dicho lo cual, sería erróneo pensar que no existió una renovación crucial en los procesos de fabricación de los propios diarios (rotativas con más posibilidades de cuatricromía sobre todo) y que, aunque al principio el esfuerzo económico de los periódicos no siempre correspondió un aumento de la demanda de la publicidad en color, al final, como probamos en el post anterior y como había vaticinado el profesor Lallana treinta años antes, el color se instaló definitivamente en la prensa española para quedarse.
Es difícil establecer el momento preciso en que se dan un número concreto de características que hacen que pasemos de un modelo periodístico a otro. ¿Cuándo dejamos de hablar de diario informativo-interpretativo y aparece el diario de servicios? ¿Qué cabecera es la primera en dar el salto? Merece la pena fijarse en dos grupos emblemáticos de la prensa española.
Aunque La Voz de Galicia ya aplicaba color a sus páginas (su cabecera gótica aparecía en rojo vivo desde 1937) no fue hasta el rediseño de 1992 como vimos cuando el elemento plástico se reveló en toda su potencia. Al final de esa misma década el diario había conseguido que el color alcanzara hasta el 20 por ciento del total de superficie imprimible gracias a la adquisición de dos rotativas Koening Bauer.
Siempre en base a inserciones publicitarias en cuatricromía que justificaban el cromatismo de los elementos informativos, La Voz publicaba en color fotografías e infografías principalmente. Ya vimos como el diario imitaba –con no demasiado éxito– la manera de presentar la información meteorológica de Usa Today, pero la apuesta del diario que entonces dirigía Xosé Luis Vilela ya era clara.
El manual de diseño de La Voz de Galicia que se estableció a partir de entonces es uno de los primeros (al menos de los que yo tenga constancia) que hacía mención a la utilización del color en sus páginas. Más concretamente cuando hablaba de los porcentajes de tramas de las infografías.
Posteriormente el diario abordaría un nuevo rediseño en julio de 2002, de la mano de Jesús Gil Sáenz como director de arte y, al mismo tiempo, una preocupación por la impresión en color de su equipo técnico que, a partir de los problemas de repintado con diferentes encartes y suplementos, ha optimizado el consumo de tintas y conseguido una excelente reproducción del color en papeles prensa de bajo gramaje.
(El color rojo ha sido tradicional en la cabecera de La Voz de Galicia)
En la implantación de este periodismo de servicios al que nos referimos merece la pena también centrarse –aunque exista un mínimo protagonismo del color– en la unificación del Grupo Correo (hoy Vocento) en el año 2000. Alberto Torregrosa y Jesús Aycart lideraron un primer paso para fundir la amalgama de muy diversos diarios a través de un estudio sociológico que apuntaba claramente por el hastío de los lectores por los grandes temas políticos y su interés cada vez mayor por cuestiones cercanas y de manifiesta utilidad.
Por eso quizá el cambio más evidente en el diseño del nuevo diario de servicios se realizó en la estructura global y afectó, en primer lugar, a la compartimentación del mismo. La división por secciones tradicional de la prensa de toda la vida (nacional, internacional, deportes, sociedad, etc.) fue dinamitada en favor de bloques temáticos más grandes que actúan como contenedores a la manera de los cuadernillos en que la prensa formato sábana se organiza. Y se establecieron formalmente de una manera clara las pautas que diferencian ‘noticias duras’ y ‘noticias que interesan’.
El Correo, primer diario de la cadena donde se instaló el cambio, se dividió entonces en tres grandes bloques: Ciudadanos, General y Vivir. Quizá lo más natural hubiera sido entonces identificar cada bloque temático con un color específico –tal y como haría después una parte de la prensa española y mundial–, pero en aquel entonces la diversidad de recursos, maquinaria y necesidades de cada diario hacía imposible la propuesta.
Y se conformaron con unificar mancha, tipografía y estructura informativa. Con un guiño al color en el luto rojo que, hasta hace unos meses, aparecía bajo todas y cada una de las cabeceras del grupo.
(La primera unificación cromática en los diarios del Grupo Correo pasó por la instalación de un luto rojo bajo las diferentes cabeceras)
Bibliografía:
-ALBERDI, A.; ARMENTIA, J. I.; Caminos, J. M., y Marín, F. (2002): ‘El diario de servicios en España’. Oviedo, Septem Ediciones.
-ARMENTIA, J. I.; Pérez, J. c., y Elexgaray, Jon (1999): ‘Diseño y periodismo electrónico’. Bilbao, Servicio Editorial Universidad del País Vasco.
-DIAZHANDINO, Pilar (1994): ‘Periodismo de servicio’. Barcelona, Bosch Comunicación.