(Por Pedro Pérez Cuadrado) Me ofrece Baruch de nuevo la ventana de Visualmente y accedo a ella con mucho gusto para apuntar algunas notas acerca de un trabajo de investigación que, desde la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, y bajo la dirección del doctor Joaquín López del Ramo, estamos llevando a cabo sobre las páginas web de 17 municipios de más de 50.000 habitantes en la provincia de Madrid, excluido el de la propia capital.
El trabajo trata de establecer un modelo de análisis suficientemente contrastado que permita, no ya establecer un ranking –a modo de clasificación futbolística- sobre cuáles son los ayuntamientos que plantean mejor su web (lo que queda reflejado irremisiblemente), sino, lo que es más importante, el grado de aplicación de las constantes que intervienen alrededor del diseño de la información. Conceptos como legibilidad, usabilidad, estructura, navegación, funcionalidad… aparecen en cada instante en las diferentes etapas que construyen la investigación y con las que no les voy a aburrir.
Acabamos de llegar de Portugal, de la Universidad da Beira Interior, en la ciudad de Covilhã, donde hemos presentado fundamentalmente el modelo empleado y algunas primeras sospechas de lo que se pudiera concluir. Y lo hemos hecho en base a un único elemento de los muchos analizados: el color.
Sobre el color en el diseño de información se ha escrito mucho. Fundamentalmente alrededor de los medios impresos. Pero ni los investigadores parecen ponerse de acuerdo ni las conclusiones se muestran tan rotundas como a primera vista pudiera parecer.
Podríamos haber elegido cualquier otro elemento en particular, pero pensamos que la distancia entre los trabajos habituales alrededor del código cromático y lo que realmente nosotros perseguimos en este proyecto era suficientemente diferenciado como para constituir un buen ejemplo.
En primer lugar, queremos hacer especial hincapié en el hecho comunicativo dado que, como todos entenderán, queda lejos de nuestras intenciones una aproximación al color desde otros ámbitos en los que, además de no ser especialistas en el tema, no servirían a los propósitos iniciales de la investigación. Por ello descartamos, en este caso, estudios directos o indirectos sobre la física del color, sobre las características fisiológicas de la percepción humana o sobre la tecnología de representación del color en las páginas web de los ayuntamientos elegidos, por ejemplo. Aunque nunca descartamos hacer referencias puntuales llegado el caso.
Más abundantes hubieran podido ser, sin embargo, las aproximaciones a los significados del código cromático desde otras parcelas: el referente simbólico del color, sus connotaciones culturales y su indudable efecto psicológico sobre el usuario permiten pensar que el color tenga un peso considerable en la conformación de una interface amigable, sugerente y atractiva.
Pero nuestro análisis del color se quería centrar, desde un primer momento, en el valor comunicativo, en el valor informativo intrínseco de cada unidad coloreada en el conjunto total de la página web y que cumple, no sólo una aproximación al ordenamiento estético del medio (navegación, impacto, visibilidad…) –lo que nadie dudaría en considerar dentro de una disciplina como el diseño gráfico en general–, sino que, además, nuestro trabajo pretendía encontrar relaciones directas con los contenidos mismos, lo que, por supuesto, es más cuestionable.
En cualquier caso, lo que se buscaba era la interacción del color en el conjunto de variables de las que he hablado con anterioridad y de muchas otras: navegación, diseño, legibilidad, usabilidad, clasificación, advertencia, concentración de la atención… con lo que se pretende averiguar no que el color sea sólo algo aplicable a aspectos estéticos, sino que se constituya en un recurso aplicable a la valoración de los conceptos a analizar. A continuación les mostramos las preguntas exactas que hacían relación al color dentro de la primera aproximación sistemática a cada una de las webs seleccionadas. Eran preguntas pensadas y discutidas después de consultar a numerosos autores en la campo de la investigación digital. Las siguientes:
¿Uso de color corporativo en la web?
¿Uso de connotaciones cromáticas?
¿Uso de color en tipografía de texto/títulos?
¿Uso de fondos de color en texto negro/blanco/color?
¿Texto en color semejante al de los vínculos pero sin llevar enlace?
¿Presenta color o tono dominante?
Color o tono dominante Identificarlo
¿Uso del color para identificar contenidos concretos?
¿El color interfiere la visualización?
¿Tratamiento cromático homogéneo?
Del tratamiento estadístico de alguna de estas respuestas era fácil generar aproximaciones casuísticas a la utilización del color en las páginas web de los 17 municipios analizados. Preguntas como ¿cuál es el color más usado en las webs de los ayuntamientos de Madrid?, ¿cuántos utilizan el color en la navegación? o ¿cuántos municipios reflejan sus colores corporativos en su web? no eran el objeto de nuestro análisis.
Habrían servido, si acaso, para hacernos una idea remota de la visión general del uso local de los colores.
Sin embargo, otros datos recogidos nos permitían una aproximación más real a criterios más interesantes para nuestro estudio. Por ejemplo, la existencia de un evidente tratamiento cromático homogéneo en la mayoría de los sites analizados (86,3%) y la utilización de un tono dominante (en el 82,4% de los casos) otorgaban una importancia notable al color en la configuración general del medio.
En la misma línea, un coeficiente bajo de interferencia del color en la visualización (9,8%) aportaba pruebas interesantes de la importancia del color en el ordenamiento o, al menos –por decirlo de otra manera– demostraba que el código cromático no suponía un handicap negativo en la estructuración general del sitio.
Y sin embargo el hecho de que apareciera un índice del 47,1% en la utilización del mismo color en los vínculos y en otros elementos que no lo eran en absoluto y el dato de que sólo el 17,6% de los sites utilizara el color para remarcar contenidos concretos demostraba un camino todavía muy largo de recorrer para lo que podría considerarse una utilización excelente del código cromático en los protagonistas de la investigación.
En otro orden de cosas, los datos nos permitían hacer una clasificación de los sitios únicamente en base a la utilización del color teniendo en cuenta todas las etapas analizadas (desde una primera etapa básica de información general hasta una etapa transaccional con gestión de trámites que implicaban pagos) :
Alcobendas, 77,8%
Leganés, 72,2%
Pozuelo, 72,2 %
Fuenlabrada, 66,7%
Valdemoro, 66,7%
San Sebastián de los Reyes, 55,6%
Torrejón, 55,6%
Las Rozas, 50,0%
Alcalá de Henares, 50%
Alcorcón, 50%
Parla, 4,4%
Collado, 38,9%
Coslada, 38,9%
Majadahonda, 38,9%
Getafe, 27,8%
Móstoles, 27,8%
Rivas, 5,6%
Pero lo que se pretendía era una traslación de resultados hacia cuestiones consideradas más importantes por el equipo investigador. Por ejemplo:
1) La consistencia y lo predecible de la navegación.
2) La consistencia y lo predecible del diseño.
3) La legibilidad
4) El estilo editorial
5) La coherencia en la rotulación
6) Diseño de la página
7) Diseño de contenido escritura
8) Diseño de contenido imágenes
9) Diseño de contenido animaciones
10) Diseño del sitio navegación
11) Diseño de páginas para hojear, no para leer.
12) Navegación con certidumbre y comodidad
Para ello se establecieron una serie de referencias cruzadas de tal manera que revelaran qué variables puntuaban en qué campos concretos. Por ejemplo, el epígrafe que, dentro de la consistencia y previsibilidad del diseño, consideraba el empleo de los mismos recursos gráficos en los mismos temas tomaba en cuenta las preguntas sobre el uso de connotaciones cromáticas y el tratamiento cromático homogéneo.
Del mismo modo, el epígrafe de jerarquía visual clara –lo relacionado lógicamente también lo estará visualmente– se alimentaba muy justamente de las cuestiones que demandaban el uso de colores corporativos en la web o el uso del color para identificar contenidos concretos.
Pues bien, las primeras conclusiones que se pueden extrapolar de los números evaluados no son tan rotundas como pudieran parecer a primera vista: mientras en ciertos campos la importancia del color parece destacable y se dan coincidencias ciertas, en otros la experiencia del color no es determinante y los municipios que alcanzan un buen índice de utilización cromática no son necesariamente los mejor evaluados en el resumen final.
Valgan dos ejemplos. Alcobendas, primer situado como vimos en la clasificación de municipios en base al color, también ocupa el primer lugar en navegación, pero queda atrás en legibilidad y diseño. En el otro extremo, Majadahonda, con un más que discreto 38,9% en el ranking de color, es primero en legibilidad y, contra lo que pudiera parecer, también se queda bien situado en navegación, aunque no tanto en diseño.