5.5.09

Exclusivo: El color en los periódicos españoles(3) El siglo XVIII

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CUADRADO (Por Pedro Pérez Cuadrado) Como antecedentes generales podemos considerar que hasta el siglo xviii y sin contar con los ejemplos a dos tintas que hemos mencionado en capítulos anteriores, la manera más habitual de conseguir color en las publicaciones era iluminarlas después de impresas. Esto es, pintar a mano sobre el negro estampado a la manera de los códices ilustrados de la edad media, con mayor o menor precisión, según los casos. Pero lo que era habitual para según qué tipo de publicaciones –lo más extendido parecían ser las cartas o naipes–, no parecía apropiado para publicaciones periódicas que, además de ganarse la enemistad de la censura sólo por lo que decían, no precisaban airearlo a todo color y sí requerían tiempos de fabricación cortos.

No obstante, Juan Carrete Parrondo apunta fórmulas que se ofrecían a finales del xviii para la estampación en color, a partir de técnicas de grabado perfeccionadas. Estas técnicas se iniciaban lógicamente entre los denominados artistas (pintores y grabadores fundamentalmente, no en el mundo de la prensa), y se aplicaban al conocido como grabado de reproducción, esto es, fiel al original donde lo más habitual era el blanco y negro. “En el caso –dice Carrete– que se quisiera que la estampa fuera a varios colores, el medio más común era grabar tantas planchas como colores se querían conseguir, teniendo en cuenta que en cada una de ellas solamente se grabaría aquello que tenía que salir del mismo color. Una cuidadosa estampación, teniendo la precaución de que el último color a estampar fuera el más dominante, hacia el resto” (Carrete, 2001: 522).

Sin embargo, había otras técnicas como el mismo Carrete reconoce. “El grabado al humo –continúa– fue la técnica más comúnmente utilizada para grabar en colores: bien entintando una sola plancha con distintos colores para que, a una sola vuelta de tórculo, se estamparan todos los colores a la vez –procedimiento que conllevaba la dificultad de entintar con sumo cuidado para no mezclar los colores–, bien con el procedimiento basado en la propiedad de la combinación de los colores fundamentales (rojo, azul y amarillo) para obtener todos los demás. En este último caso, se grababan tres planchas: en cada una de ellas se dejaba sin raer las zonas en las que tenía que salir el color puro, y el graneado, más débil, donde se tendría que mezclar los colores en la estampa. De esta forma se conseguía una manera bastante fiel de reproducir las pinturas”.

De hecho, ya en 1761 “Manuel de Rueda imprimió una ‘Instrucción para grabar en cobre al humo’, con un nuevo método de grabar las planchas para estampar colores a imitación de la pintura...” (Gallego, 1990: 277).


(En 1785 Gabinet des modes, en Francia, proponía un modelo de páginas a color con la técnica de la iluminación a mano. Algunos modelos franceses se importarían directamente a España)

De todas maneras, poco fue el grabado en color que se realizó. Dice Carrete que “en Madrid, a finales del siglo xviii, solamente había dos grabadores desarrollando el tema del color, Bartolomé Vázquez y Diego Díaz. Las primeras investigaciones de Bartolomé Vázquez datan de 1783 y van unidas al interés del catedrático del Jardín Botánico, Antonio Palau, en poder publicar en color los estudios de botánica, sin tener que recurrir a la práctica de la iluminación de las estampas. Nada que ver con la prensa como vemos.

Sin embargo, la Academia de San Fernando (recuérdese que estamos hablando de artistas) emitió un informe negativo de este intento primero “debido a (textual) la falta de semejanza que encontró entre la flor que se quería reproducir y la estampa conseguida”. Pero en 1785 Bartolomé Vázquez obtiene una perfecta estampación en color que mereció el beneplácito de los pintores Antonio González Vázquez y Francisco Bayeu y del grabador Pedro Sepúlveda. No obstante, la lentitud del proceso y el alto coste impidió un amplio número de obras en color.

Según Antonio Gallego, el platero cordobés Bartolomé Vázquez es un infatigable inventor de nuevos procedimientos de estampación en color y de grabado a los puntos en el Madrid de finales del siglo xviii, junto a su hijo José. “Fueron –escribe Gallego– verdaderos especialistas del grabado a los puntos, el punteado o pointillé, al estilo inglés, de tan esquisitos efectos pictóricos (...). Introdujeron también innovaciones en la estampación, especialmente en color ‘a una sola vuelta del tórculo’ en un sólo cobre y en los barnices (Gallego, 1990: 286).

Si esto era así para ‘obras de arte’, imaginamos que la Prensa, por entonces aun anclada en el pequeño formato, no debía dar muchas opciones, no ya al color, sino tan siquiera a ilustraciones que, en cualquier caso, debían ser escasas y remitidas a capitulares, orlas y viñetas exclusivamente en xilografía, que permitía imprimir a la vez que la tipografía. Lo que no era posible con los grabados calcográficos.

En cualquier caso, podemos generalizar que los dibujos en la prensa antes del siglo xix, e incluso en la primera mitad de éste, eran fundamentalmente ilustrativos, decorativos (orlas, iniciales) o identificativos (marcas de impresor fundamentalmente). Y en blanco y negro.

Como prueba de lo expuesto con anterioridad podemos citar a Louis Guéry quien en su obra Visages de la presse ofrece algunas páginas de una publicación francesa en color, Gabinet des Modes, que en 1785 aparecía cada quince días con un formato de 120 x 195 milímetros. Al parecer, cada ejemplar estaba compuesto por tres planchas en talla dulce iluminadas y de otras ocho páginas más de texto, donde se daban las descripciones detalladas de las otras tres páginas. Éstas son las planchas –apunta Guéry refiriéndose a las de color– que no se deben dejar de admirar, las que dan encanto y originalidad al periódico. Se querrían reproducir todas. Las que nosotros publicamos dan una idea de la calidad de estos grabados sobre cobre que están después iluminados, es decir, pintados a mano” (Guéry, 1997: 40).

Bibliografía:

-CARRETE PARRONDO, Juan: ‘El grabado en el siglo xviii. Triunfo de las estampa ilustrada’, en Summa Artis. Historia General del Arte, tomo xxxi. El grabado en España. Siglos xv-xviii. Espasa Calpe. Madrid, 2001.

-CARRETE PARRONDO, Juan y otros. El grabado en España. Siglos xix y xx. Espasa Calpe. Madrid, 1988.

-GALLEGO, Antonio: Historia del grabado en España. Cuadernos de Arte Cátedra. Madrid, 1990.

-GUÉRY, L.: Visages de la presse. París, 1997.

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