Oreja de Perro: Una historia que no debemos olvidar
(Por Nathalie Koc-Menard) El distrito de Chungui está en el departamento de Ayacucho, en los Andes sur centrales del Perú; comúnmente conocida como Oreja de Perro entre los ayacuchanos, esta zona ha permanecido "desconocida", ajena y lejana para el resto de peruanos hasta que se hizo público el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Autoridades, profesionales, científicos sociales, ONGs de derechos humanos se sorprendieron: ¿cómo era posible que las atrocidades ocurridas en Oreja de Perro por militares, senderistas y ronderos hayan permanecido desconocidas durante 20 años?
Oreja de Perro es uno de los lugares más lejanos del Perú, no solo geográficamente sino política, económica y socialmente. Sin embargo, esta región ahora conocida por la crueldad vivida durante los años del conflicto armado, sigue estando en un rincón muy apartado del imaginario de la sociedad peruana.
Buscando entender que había sucedido en Oreja de Perro, llegamos por primera vez a la comunidad de Chungui, en octubre del 2002. La asamblea pública que se realizaba aquellos días había congregado gente de muchas localidades de la zona y nos permitió conocer lo sucedido. Durante el trabajo de campo, no solo fuimos reconstruyendo una historia llena de odio, resentimiento y muerte; también fuimos testigos de la necesidad de los chunguinos de contar su historia, del arduo reclamo por ser escuchados. A diferencia de otras regiones donde habíamos trabajado, la gente en Chungui necesitaba hablar de la guerra, de las muertes, de las masacres; había la necesidad de relatar todo con mucho detalle, con mucha precisión. Día tras día escuchábamos relatos llenos de dolor, de lagrimas, de rencor… familias enteras asesinadas, familiares desaparecidos, niños sosteniendo la mano de los cuerpos inertes de sus padres, militares y ronderos que violaban mujeres, niñas que se convertían en madres, madres que asesinaban a sus hijos, hijos que mataban a sus padres… lo más cruel de la condición humana estaba aquí. La ideología senderista no había calado en los campesinos como la cúpula senderista en algún distrito burgués de Lima creía. La ideología senderista se convirtió en un pretexto para saldar viejas cuentas, y convertir esta en una guerra entre campesinos.
Probablemente la magnitud de lo que estaba en este informe no lo entendí hasta presentarlo en Lima. Creo que no hubo un momento más claro para entender el país en el que vivía que cuando un miembro de la CVR dudó de la veracidad de la información recolectada en Oreja de Perro; esta persona, simplemente no podía aceptar la particular magnitud de la violencia. En realidad el problema era precisamente que Oreja de Perro nos enfrentaba al país fragmentado en el que se vivió la guerra. Habiendo vivido la mayor parte de la guerra en Lima, nosotros los profesionales de las CCSS, nos negábamos a aceptar que en algún punto del país, la guerra había sido mucho más que ideología, había sido una verdadera guerra entre campesinos.
Esta guerra y esta región nos sitúa frente a lo más descarnado de la condición humana: la tortura y el asesinato, con la finalidad de sobrevivir. Una vez más descubríamos que nuestras ideas de lo que era el país estaban mucho mas lejos de la realidad; una vez más nos enfrentábamos a aceptar que lo sucedido en Oreja de Perro, no había sucedido en el Perú que creíamos conocer.
Oreja de Perro es solo parte de esa gama de historias no conocidas, de una población completamente marginada y olvidada por el Estado, que la Comisión de la Verdad escuchó y reconoció. Hoy casi dos años después, vale la pena preguntar ¿qué ha cambiado en Oreja de Perro? Espero regresar y ser capaz de decir que el compartir sus vidas significó más que solo poner a Oreja de Perro en el mapa.
Nathalie Koc-Menard es estudiante del phd. en antropologia en la Universidad de Michigan. Ex investigadora de laComisión de la Verdad y Reconciliación de Perú.