(Por Pedro Pérez Cuadrado) Hay un hueco vacío en el estudio conjunto de la prensa española en color. Sin embargo, hay, en ocasiones desperdigados, algunos trabajos que se acercan con mayor o menor interés al tema. Unas veces, es el hecho tecnológico de la reproducción (ya sea del color o del negro) el que se asoma tímidamente desde la doble perspectiva, bien de la fabricación de la forma o molde, bien desde el sistema de estampación. En este caso se encuentran algunas referencias dispersas en libros de Tecnología de la Información, casi todos ellos publicados por profesores de las facultades de Periodismo. También hay un acercamiento serio al tema en las diferentes obras del profesor Francesc Fontbona, sobre todo cuando habla de las ilustraciones del siglo xix.
(Salterio de Fust y Schoeffer, siglo XV. Utilización de color rojo para destacar)
Otras veces, se hace más importante para el estudio el objeto mismo reproducido en los diarios o revistas (fotografías, caricaturas, dibujos, ilustraciones, tipografías...) y el color pasa a ser una característica más a tener en cuenta. Aquí quizá abundan más las investigaciones que se acercan desde una perspectiva artística y donde destacan los trabajos del catedrático Valeriano Bozal, que giran también alrededor de la ilustración gráfica de finales de xix y principios del xx en España. Pero también hay un amplio espectro de estudios sobre la ilustración, y más concretamente sobre la caricatura, que abordan trabajos parciales remitidos a una región concreta (Valencia, Granada, Barcelona...) o a una técnica muy determinada de grabado (aguafuerte, xilografía, litografía...).
No hemos descubierto, sin embargo, estudios científicos del color mismo –tanto desde la perspectiva emocional, como desde la física, la psicología, la química, la óptica, el arte o el diseño– donde se preocupen por su evolución en un producto perecedero como el que nos interesa: el periódico.
En las muchas historias de la prensa española (Altabella, Gómez Aparicio, Tobajas, Seoane, Sánchez Aranda y Barrera del Barrio, etc.) apenas hay referencias de importancia al tema del color, que se diluye como curiosidad apenas mencionada y, a veces, no suficientemente contrastada. Sin embargo, algunos estudios sí apuntan directamente al tema. ‘El color en la prensa diaria’ es el título de la tesis doctoral del profesor ya fallecido Fernando Lallana García (1986, Universidad Complutense), quien además insistió en el tema en ‘La nueva identidad de la prensa: color y diseño’ (Fundesco, 1988), si bien ambas obras se remiten a espacios de tiempo muy delimitados.
Hoy ya el color de las publicaciones periódicas es tan habitual que nadie repara en que, tan sólo hace unos años, la mayoría de los lectores se informaba en blanco y negro. Pero el camino hasta aquí ha sido largo.
Sin embargo, para acotar el objeto de nuestro estudio, resultará imprescindible plantearse dos cuestiones. Una, ¿qué llamaremos color en nuestra búsqueda entre periódicos? Y, dos, ¿nos resultará del todo indiferente la manera de conseguir ese color? Nos explicamos.
Para la primera pregunta podríamos argumentar que color es cualquier elemento que aparezca en la página en otra tinta que no sea el negro. Y no estaríamos mintiendo. Pero eso, probablemente, nos llevaría a comenzar la investigación poco después de la invención de la imprenta, entre otras razones, porque entonces el medio más fácil de resaltar algo en la página (una palabra, una capitular, etc.) era su impresión en otra tinta diferente, habitualmente el rojo.
(Impresiones de Gutenberg alrededor de 1450)
Algunos autores escriben que cuando se inició el arte de la impresión, el texto que era preciso enfatizar se escribia o imprimía en color y que más tarde se empezaron a emplear estilos diferentes. También Carlo Frassinelli, cuando habla de las capitulares en las primeras impresiones dice que “al difundirse la imprenta, fueron cayendo en desuso las miniaturas por evidentes razones de economía, y las letras iniciales se imprimieron xilográficamente y sólo en rojo, al igual que las demás letras mayúsculas repartidas por toda la superficie de la página” (Frassinelli, 1948: 151).
Pero lo que servía para el texto también debía ser posible con las ilustraciones en las primeras impresiones. Antonio Gallego, cuando habla de la escuela valenciana de incunables deja constancia de que “en 1499 Cristopher Cofman consigue un pequeño alarde: imprime a dos tintas la famosa ilustración ‘Regiment de la cosa publica’, de fray Francisco de Eiximenis (Jiménez), retratando al autor y los seis jurados de Valencia ante las torres de los Serranos (Gallego, 1990: 40).
Hay algunas referencias más durante el siglo xvi. Concretamente Gallego habla también de Jorge Coci, impresor en Zaragoza, “que a veces emplea un ingenioso truco para conseguir con dos matrices una composición única, lo que denota una gran habilidad en la estampación, la misma que, con suma limpieza, consigue en las estampaciones de los títulos a dos tintas, negra y roja” (Gallego, 1990: 83).
Como se entenderá, las obras mencionadas son fundamentalmente libros pero, de hecho, en esta época ya hay registrados colores planos, sobre todo manchas rojas de color, en prácticamente las primeras gacetas.
Pero no es a ese color que conocemos como ‘dos tintas’ o ‘bitono’ al que queremos acercarnos, sino a aquel que desde el punto de vista del lector podemos definir como “a todo color”, independientemente del engaño o artificio que hayamos utilizado para provocarlo. Y desde esta perspectiva, nuestro estudio podría comenzar a finales del siglo xviii, cuando las técnicas de grabado calcográfico (con punzón o al aguafuerte) o la xilografía a contrafibra (ambas en base a la estampación de sucesivos moldes, cada uno con una tinta diferente) conseguían la suficiente calidad o ajuste.
Con respecto a la segunda pregunta, la forma de conseguir color, nos parece definitiva, en tanto que la rapidez necesaria en los procesos de fabricación de prensa (sobre todo diaria) no ha podido ser siempre compatible con las técnicas (más lentas) de colorear las publicaciones, muy aptas, por otra parte, para calendarios, libros, etc. Pero la historia está llena, sin embargo, de periódicos a color donde, estamos seguros, la parte que no va en negro ha sido impresa con anterioridad, o bien la entrega de color (láminas sueltas fundamentalmente) se ha hecho con diferentes técnicas y en diferente tiempo que el cuerpo principal de la publicación.
(Baraja de Toledo 1574. Xilografías coloreadas sobre cartoncillos formados por tres, cuatro o cinco papeles. Museo de Santa Cruz, Toledo, España)
Si condicionáramos el trabajo entonces a la necesidad de que dicho color estuviera estampado al mismo tiempo que el resto de la publicación en negro, sólo podríamos remitirnos a un par de ejemplos en el siglo xix y a los experimentos de principios del xx. Deberíamos poner entonces la línea de inicio del trabajo prácticamente en la irrupción del offset y la fotocomposición en prensa, lo que nos llevaría a los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.
No haremos ni lo uno ni lo otro. Es decir, ni en el siglo xviii ni en el siglo xx. Buscaremos un comienzo a principios del siglo xix que, lo mismo que en la historia de la Prensa, nos permita hablar de características comunes que definan el producto revista o el producto periódico y que, a la vez, propongan el uso del color desde un punto de vista fundamentalmente informativo.
Porque, como apunta Valeriano Bozal, los dibujos de principios del xix “pretenden ilustrar lo escrito sin contar con argumento o personalidad propia. Estaban ahí para cumplir una función simplemente decorativa y aun comercial: enriquecer y encarecer la presentación. Posteriormente, en los albores de 1868, el dibujo empezará a tener una función aparte, dependiente pero singular, junto al texto no bajo él” (Bozal, 1979: 27).
En cualquier caso, a nuestro estudio le interesa fundamentalmente el hecho de la transmisión de imágenes, la repetitibilidad –independientemente del carácter de esa imagen, de que sea artística o no–. Y el hecho de que sea en color. Con las implicaciones emocionales, informativas y estéticas que le sean características.
Bibliografía:
Bozal, Valeriano. (2000): ‘El siglo de los caricaturistas’, en Historia del Arte de Historia 16, nº 29.
Bozal, Valeriano. (1979): La ilustración gráfica del siglo XIX en España, Madrid: Ed. Comunicación.
fontbona, Francesc. (1996): ‘Las Ilustraciones en España’, en La prensa ilustrada en España. Las ilustraciones 1850-1920, Montpellier: Université Paul Valery.
FRASSINELLI, Carlo: Tratado de Arquitectura tipográfica. M. Aguilar Editor. Madrid, 1948.
GALLEGO, Antonio: Historia del grabado en España. Cuadernos de Arte Cátedra. Madrid, 1990.
Lallana, Fernando: Color y Diseño. La nueva identidad de la Prensa. Fundesco. Madrid 1988.
Lallana, Fernando: El color en la prensa diaria. Universidad Complutense de Madrid. Madrid 1986.