Hunter S. Thompson pegó un portazo
(Arte de El Norbi)
"El pasado pertenece a los vivos.
El futuro pertenece a los muertos".
(San Francisco, 1992)
El Gonzo fue, tal vez, el más visual de los periodistas norteamericanos. La gilada se fijaba en lo que el tipo se metía adentro, en lugar de ver lo que el tipo sacaba para afuera, con sus impecables crónicas desde el borde. Su estilo suprapersonal fue el antecedente de lo que hoy se conoce como el Periodismo 3.0.
Cuando Jann S. Wenner empezó con su revistita, en el segundo piso de una pequeña imprenta de San Francisco, no sabía hasta donde llegaría. Era 1967 y su proyecto, bastante confuso, parecía nacer muerto hasta que apareció El Gonzo. "Apareció en mi despacho, con una peluca de color gris rizada. En una mano llevaba una carpeta enorme, mientras que en la otra, tres paquetes de seis cervezas cada uno, trataban de no voltearlo. Después de su primer encargo (El poder freak en los rockies), Hunter S. Thompson se fue a escribir Miedo y asco en Las Vegas. Esta pieza cambiaría el rumbo de Rolling Stone y el semblante del periodismo", concluye.
"Malo. Esa es la palabra. Así es como era trabajar para Rolling Stone hace veinte años... Era malo. O al menos lo parecía. Sí. Parecía malo, y eso era lo más divertido del asunto... Demonios, hubo un tiempo en que hasta podías cobrar por ser malo", agregaba El Gonzo.
Hunter S. Thompson ha muerto. Para ser más preciso, se ha pegado un tiro en la cabeza. Estaba en su casa de Woody Creek, Colorado. Tenía 67 años. Fue el lunes 21, a las 17.25. En realidad, El Gonzo estaba en la cocina de su casa tomando una Bud, pero nunca la terminó.