Ilustraciones sin alma
(Con el alma de El Norbi)
Hoy existe una separación en lo impreso. La invención de Johann Gutenberg hacia el año 1450 estableció una dependencia de parte del lector hacia un tipo de lenguaje basado en las palabras.
El pensamiento líneal de una sola cosa a la vez le ganaba la batalla al pensamiento visual de todo de una vez. Entonces la ilustración terminaba siendo un tapa agujero, porque (1) el periodista no quería escribir o (2) no había una buena foto. Esto ocurre por responsabilidad editorial y, lo peor, por culpa nuestra, la del artista gráfico.
En realidad, el artista al ser la última persona que interviene en la información no llega a visualizarla correctamente, perdiendo el lector una buena posibilidad de comunicación integral.
Así nos encontramos con ilustraciones bonitas, ricas en colores y recargadas de estilos. Si a eso se le suma la irrupción de las computadoras en las redacciones, la escena es aterradora. Con una lluvia de filtros de Photoshop y formas frías de Strata sin alma, la información vuelve a estar en el texto, como antes de las tortas de William Playfair, de fines del 1700.
Muchos de esos artistas aceptaron que su mente sea deleteada por temor a perder una posibilidad de publicar. Pero su brillosa intervención superficial termina yendo en contra de su arte. Les interesa más seducir a sus lectores a que miren su bellas líneas, que a darles la información.