Disparen contra los editores
¿Quién inventó las fiebres, barras y tortas? La respuesta nos sentará en la mesa del debate. Los primeros diagramas de fiebres, gráficos de barras y tortas se conocieron en 1786, en Londres. Ya nadie puede negar la importancia que han tenido estos inventos para la mejor comprensión de la información. Pero esta invención iluminó el mundo inexpugnable de los números.
Cuando en 1786, el dibujante escocés William Playfair inventó el diagrama de la fiebre, el gráfico de barras y el gráfico de torta, no buscaba lograr una estética interesante. En cambio demostró, con los años, que la visualización de números y estadísticas era un buen método para ayudar a la gente a entender su significado.
Entonces, el diseñador de información debería desempeñar un papel más importante en el proceso comunicativo que el que tiene hoy en las redacciones. Ese diseñador se encuentra en el centro de «una explosión de información», como sostiene infógrafo norteamericano Nigel Holmes, y estemos o no en el centro, lo cierto es que nos encontramos en el medio de una inundación de datos, que es peor. Es peor porque esos datos todavía no se han convertido en información. Los datos, por sí mismos, no informan, sino que constituyen simplemente una lista, un inventario, un punteado, una relación de números, estadísticas y hechos, no preparados y menos ordenados.
Un buen diseñador de información puede aportar a esa inundación de datos lo que buscamos en ellos: un sentido, un concepto, una idea. Esto se consigue, primero preparando los datos, después entendiéndolos, y finalmente presentándolos de modo que su significado se revele al grupo particular de personas que los leen. Así, el lector es informado.