Furor estético (en España)
Nos gustó mucho su columna de opinión que lo invitamos a que la repitiera en nuestro blog. Esto que le pedimos a los colegas de En Caja Baja no es algo que hagamos siempre. Es más nunca lo hicimos. Pero con ellos haríamos estas cosas y muchas cosas más, como hombres, con los ojos abiertos.
Desde hace algún tiempo, Javier Vidal, Luis Blasco, Rubén Martín y Mario Benito han logrado armar un espacio generoso, lleno de textos para leer y aprender un poco más de este mundo editorial, tan poderoso que, a veces, da envidia.
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(Por Mario Benito) Una ola de furor estético asuela las redacciones de Madrid. Y supongo que del mundo. Arrastra a tantos que en los periódicos hay ahora demasiada gente preocupada por la estética. Por la estética de sus páginas, no por la estética propia que, en general, suele andar bastante descuidada. A toda costa se desviven para que su página "quede bonita" por encima de cualquier otra consideración, contenidos e información incluidos. Aunque se suponga, no ellos, que para eso se hacen. Para informar, decimos. Para leerse, no para contemplarse. No sé, tal vez aspiren a que algún lector decida colgar sus páginas en la pared del salón, enmarcadas para el deleite del mirar, de lo bonitas que son.
Y curiosamente, por esas paradojas de las relaciones inversamente proporcionales, este afán estético de masas lo que lleva es a la fealdad del producto como conjunto. Una de las pocas características que en las imposibles definiciones sobre la estética parece suscitar consenso es la "unidad" entre elementos, cierto "orden" interno, unidad en la diversidad incluso. Eso parece reñido con el absurdo intento de querer hacer un objeto estético superponiendo el gusto, y el mal gusto que como todo lo malo abunda más, de todos los integrantes de la redacción. Y para que de verdad sea un producto estético, si es eso lo que queremos, esas decisiones deben quedar en manos de una persona... especializada en ello. Una persona que ya existe, a la que en los grandes periódicos se le suele pagar muy bien y que se llama director de arte.
Pero no. Por lo visto y padecido, ese afán, ese furor estético, esa plaga contagiosa, esa pandemia redaccional, lleva también a que hasta el menos cualificado, uno que pasa por allí vendiendo el rico bombón helado, se crea con mayor autoridad en lo bonito que quien está preparado y contratado para ello. Y se lo discute. Con la temeridad del profano, claro.
Un ejemplo poco frecuente de auéntico periodismo visual. Hecho por quienes sí están dotados de preparación y talento. Es una doble página aparecida en el diario Critica de la Argentina con una sola ilustración de nuestro querido Baruch (no hacen falta más), imagen poderosa que él diría y con razón, sobre la desaparición de la prensa escrita ilustrando un poderoso artículo sobre el tema, lleno de interés, de lectura ágil. La maquetación es sobria y soberbia utilizando los blancos y la alineación de los titulares de manera inteligente. El artículo es magnífico.
Estos informadores preocupados por el aspecto de las páginas en vez de por sus contenidos han oído campanas que repican visual, visual, visual... y repiten el tolón tolón de lo visual, de lo visual mal entendido, sin saber bien lo que dicen. Mantienen sin haber leído o escuchado, ni siquiera mirado lo suficiente, que haciendo periódicos más visuales, sin considerar temas, contenidos ni maneras de escribirlos, sólo poniendo más y más grandes fotos y dibujos y colorines y gráficos y letras deformadas y rayas y tramas de más colores y textos calados en las fotos y todo eso que ya está hecho una y mil veces, inventado ya y descubierto ahora por quienes ahora lo descubren, decíamos que así creen que se impedirá que desaparezcan los periódicos para dejar paso a medios más visuales como internet. Como si un periódico pudiese competir visualmente con una pantalla. Como si un periódico no fuese algo hecho para leer sus contenidos y que por consiguiente desaparecerá, sólo cuando consigamos que los lectores dejen de leer.
Si reparasen un momento en que un papel sólo supera a una pantalla como soporte para leer texto, tal vez pensarían de una manera menos estética. Una actitud, claro, que les obligaría entonces a tener que escribir textos mucho mejores que esas piezas banales y superficiales que hacen ahora, y para las que te piden que queden bonitas en una página "muy visual"... no vaya a ser que alguien lo lea.