Sobre Lanata
Soy periodista desde 1984 y siempre me gustó mi profesión, la de contar historias. Me acuerdo que después de terminar la carrera (en el Instituto Católico de Estudios Sociales) entro a la mejor revista de la Argentina, El Porteño. Allí escribo sobre los desaparecidos, la desnutrición, los golpes de estado y los nazis criollos. Después empezaría a denunciar a los hospitales neuropsiquiátricos que torturaban a sus internos desde la revista Cerdos & Peces. Al rato saldríamos con el quincenal La Gaceta Porteña y mis investigaciones sobre la crisis de la vivienda y sobre educación.
Después entraría a otra revista poderosa de la Argentina llamada Humor. Parte de las notas de investigación que publiqué en sus páginas fueron a engrosar el tamaño de mi primer libro La Cara Civil de los Golpes de Estado. Allí con nombre y apellido desfilaban los que formaban parte del elenco estable de pensadores, doctores y futuros ministros de las dictaduras militares de nuestro país.
Al poco tiempo, la revista La Semana edita un suplemento político (como otra revista interna) que se llamará El Observador y me convoca. Allí escribo sobre el Opus Dei, sobre las elecciones y sobre los jóvenes que vuelven a la política. Esos son mis primeros tres años como periodista.
Cuando el Sueco me lleva a conocer a Jorge Lanata, en su despacho del nuevo diario Crítica, en marzo del año pasado, y antes de saludarme, levanta la vista de sus papeles y me pregunta “¿vos no eras el que escribía?“.
Días pasados, en medio de los rumores, en VisualMente te contábamos, como siempre, la verdad sobre su renuncia. Esa verdad que es la única que hace que el periodismo exista. Esa verdad que será la que salvará a los diarios de su desaparición, y no la publicidad (como creen algunos). Hoy Lanata se va como director del diario donde trabajo y los que creemos en que el periodismo es mucho más que el soporte en papel de un aviso publicitario, estamos un poco tristes.
Para conocer su carta de despedida, podés entrar acá.