Darwin, la gran bestia pop
(Estamos empezando el año de a poco) Él es periodista del Diario Crítica de la Argentina. Hasta diciembre de 2007 fue editor del suplemento de ciencias, Futuro, del diario Página/12. Fue productor periodistíco del programa "La Fábrica" (Endemol/Discovery Channel) y es autor del libro "El Baño no fue siempre así" (Bathrooms Weren't Always Like This), Ediciones Iamiqué.
Federico Kukso también colabora en las revistas argentinas de divulgación "Caras y Caretas" y "Muy interesante". En 2007 ganó el Premio Nacional al Periodismo Científico, organizado por la la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Secyt). Y hoy se suma a VisualMente como columnista tecno cool. Él nos dará el password.
(Por Federico Kukso) Las paradojas y vueltas de la historia son más que curiosas y no dejan de sorprender. Charles Darwin, que cumpliría este 12 de febrero 200 años, fue un convencido detractor del diseño (de la naturaleza, de la vida) y terminó finalmente comido por el diseño. Ya sea como inspiración, como distorsión, como expresión visual de una idea peligrosa y genial, el naturalista vivió después de muerto lo que también sufrió el Che Guevara: pese a despotricar toda su vida contra el capitalismo, la imagen del revolucionario argentino figura ahora en remeras hipercaras como guiño chic, cool y lavado de todo sentido.
La metamorfosis de Darwin en un icono pop arrancó en forma de caricatura cuando la revista London Sketchbook lo ridiculizó en 1874 al exhibirlo como un mono en la jungla (aunque Darwin no pensara que el hombre descendiese del mono, sino que el hombre y otros primates descendían todos de antepasados comunes). También apareció en el almanaque de la revista Punch de 1882.. Sus ideas, quedaba así demostrado, no se mantuvieron seguras y encerradas dentro de los salones victorianos: se desparramaron por todo el mundo y dispararon el primer debate científico a nivel internacional.
Años después, los propietarios de la marca de anís española "Anís del mono" alteraron su logo y lo reemplazaron con una caricatura de Darwin mitad hombre, mitad mono..
Las ilustraciones distorsionadas, chistes y reseñas no hicieron otra cosa que intentar digerir el golpe al ego humano: el hombre (y la mujer) no estaban más en la cima de la pirámide de la vida. Dios no había creado al ser humano a imagen y semejanza. El hombre, estipuló Darwin no en El origen de las especies (1859) sino en sus obras subsiguientes, era --es-- una especie más en la naturaleza aquel campo de batalla de la existencia.
Pasaron los años, décadas, siglos y Darwin permanece. Su teoría de la evolución por selección natural está más que recontracontrastada y su barba papanoelesca, su mirada triste y su pelada reluciente se pasean como firma visual contra la ignorancia.
No es casual entonces que el diseño la explote una y otra vez. Como disparador de ideas, estampado de remeras, estampillas, folletos de museos, billetes y miles de millones de etcéteras.
Ahora, Darwin vuelve. Aunque, en realidad, nunca se fue a ninguna parte.