Marche una The Economist con anchoas
En tiempos de crisis, la creatividad juega un papel importante en la salvación de una marca. Y los medios periodísticos, con sus poderosas marcas, no logran ser una excepción. El semanario inglés The Economist le encargó a su agencia de publicidad una campaña para empezar a acercarse al público del futuro, los jóvenes.
Así fue como la redactora Kara Goodrich y el director de arte James Clunie se metieron de lleno en un proyecto bastante complicado: hacer que una revista europea sea tenida en cuenta por los jóvenes universitarios americanos.
Cuando los directores creativos de la emblemática BBDO de Nueva York recibieron las propuestas de la dupla, entendieron rápidamente que el camino alternativo y experimental tenía mucho que ver con la solución que estaba esperando el cliente.
El fenómeno viral de la campaña no se hizo esperar y todos en Filadelfia quisieron tener un poco de ella... en su mesa.
La agencia le sugirió a la revista The Economist que imprimiera su campaña de reposicionamiento en las cajas de cartón microcorrugado de la pizzas. En la tapa de estos envoltorios se podían leer las estadísticas mundiales de exportaciones, producciones e importaciones de productos, a través del recurso infográfico de las tortas.
La primera intención de cambiar una imagen por una más cercana a un público potencial que no lee la revista, porque la percibe como una publicación elitista y académica, se había logrado.
La producción mundial de trigo o las importaciones de queso por países, para la campaña "Obtén una visión del mundo" sirvió para abastecer de cajas a más de una veintena de pizzerias cercanas a los campus universitarios.