El público de las Sextas
Ayer nos preguntábamos para qué hacemos estas jornadas que tanto nos afectan. Porque cuando uno está esperando que vengan los invitados y los invitados no vienen, esto que se suponía una fiesta se convierte en otra cosa. Algo así como un cumpleaños sin regalos diría El Norbi.
Porque uno no lo hace por dinero, fuerza motriz de muchos de estos eventos. Eran repetidos lo mailis que preguntaban cuánto costaba el evento, pero se repetían aún más los que se sorprendían ante la respuesta de la gratuidad. Eso era uno de los aspectos que no nos gustaba de la SND.
Nunca ganamos plata con las jornadas (ya hicimos 6), pero siempre ganamos nuevos amigos. También perdimos plata (pero la plata es para eso).
Uno hace estas jornadas para la gente. Para los disertantes que hacen cosas buenas y muchas veces no se los conoce, pero por sobre todo para los estudiantes. El profesional que está metido en esto no siempre tiene la posibilidad de testear en caliente lo que la gente piensa de lo que hace. Y eso es lo bueno. La gente tiene tanto que decir como el que está en su espacio de poder que es un diario, una revista, una agencia. En las jornadas, todos son iguales. El disertante que convoca El Norbi sabe que la cosa se le puede poner negra y se anima. Por supuesto que hay algunos que no han aceptado. Por eso, las jornadas seguirán siendo de la gente.