El pase del año: El Norbi a Crítica
En septiembre del año pasado, gracias a la invitación del profesor español Pedro Pérez Cuadrado, hablábamos en el II Seminario de Diseño Periodístico, en la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Esa mañana del 24, junto a Rodrigo Sánchez, el genio de Metrópolis, tratábamos de pensar en un futuro para la profesión.
La gente de En Caja Baja recordaba, en aquel momento, cómo había empezado nuestra disertación: "Los diarios son aburridos, por eso no se leen." Luego agregaban que lo que se quería demostrar, en nueve puntos, era por qué los periódicos no eran un lugar creativo. "Nueve pilares para un nuevo periodismo, el periodismo visual", decían ellos.
Esos nueve momentos en la charla se podrían sintetizar de la siguiente manera: En la mayoría de los diarios no se cree que una ilustración puede contar una historia(1). Piensan que lo conceptual no se entiende(2).
En esas redacciones suponen que la tipografía no puede decir algo más de lo que está escrito(3). Abusan de lo textual y hacen realmente tedioso el seguimiento de una información, soltando la mano del que lee.
Por supuesto que no respetan lo que significa una infografía de autor(4). Ni que hablar del cambio del sentido de ciertos íconos. No se animan a esas pequeñas modificaciones que son las que hacen que el lector quede atrapado por más tiempo(5).
Esos diarios no creen en los procesos ni en los tiempos de creación(6). Para ellos, las páginas son cajas predeterminadas que no pueden romperse. Este concepto de ataudes con filete hacen que los diarios vayan para atrás(7).
Que a nadie se le pueda llegar a ocurrir cambiar el cabezal (mancheta) del diario, para integrarla a la imagen de manera que pase a un segundo plano y no estorbe. Lo podrían tirar por la ventana de la redacción(8).
En esos diarios están convencidos que una foto no puede ser intervenida. No entienden que podemos comunicar más con una parte de la imagen que con la totalidad de la misma(9).
Cuando empezamos a creer que estos diarios no tendrían un cambio cercano, entramos en pánico. Habíamos cambiado nuestra profesión de redactor para hacer algo más completo. El periodismo textual en extremo debería empezar a tener otra pata: lo visual. Si bien, durante algunos años, habíamos logrado desarrollar este concepto (periodismo visual) en el diario La Nación de Buenos Aires, la situación era muy distinta, desde hacía ya bastante.
Hace un mes que el diario Crítica está en la calle. Hace un mes que las ilustraciones pueden contar historias. Hace un mes que uno puede encontrar una portada conceptual. Hace un mes que la tipografía puede funcionar como ilustración. Hace un mes que las infografías de autor ocupan más lugar que una nota escrita. Hace un mes que se ha empezado a redefinir el sentido de ciertos íconos (sagrados algunos). Hace un mes que los diseñadores y los periodistas trabajan con las páginas abiertas, y la relación entre texto y visuales establecen el estilo. Hace un mes que las fotos pueden ser intervenidas (El Sueco fue el primero en hacerlo en los ochenta en Página 12), desde la portada, si es necesario. Hace un mes que los cambios de cabezal no han provocado ninguna falta de presencia visual en los kioscos (el logo cambió, por primera vez, a los tres días de estar en la calle). Hace un mes que la creatividad no tiene límites en un diario.
El director de arte Daniel Alvarez (El Sueco) nos invitó a sumarnos a Crítica. ¿Adivinen qué contestó El Norbi?