Todavía no ha llegado y los organizadores, aún, están tranquilos. El que se pone nervioso es uno. Cuando aparece, una luz fuerte baja de la platea y lo sigue en su trotar hasta el centro de la cancha. Está más gordo, cosa que a nadie sorprende. Y vuelve a correr. Bueh, a tratar de hacerlo. Uno está tan emocionado que empieza a ver a su ídolo en cámara lenta. En realidad, lo estaba haciendo en cámara lenta.
Entonces, a las 13.30, un argentino perdido en una ciudad mediterránea llamada Estepona, a metros de Marruecos, y a la izquierda de Marbella, comenzaba a saborear ese gran momento: ver al Diego de nuevo en acción. Estaba tan enloquecido que, él sólo, era capaz de empezar a hacer una ola, para que todos lo siguieran, como en el Mundial de México.
Y el más grande empezaba a hablar. Él siempre lo aclara: la razón de su éxito radica en su extraña inserción en la profesión infográfica. “Yo soy infógrafo porque quería empezar a ilustrar con ordenador”, para rematar diciendo que “como no tenía plata para comprar una computadora” había aceptado ser fichado por el diario. Luego de confesar su verdadera profesión (ilustrador) y decir que su maestro era Nigel Holmes, recordó que, para entrar a la sección, él exigía a los candidatos que “no tuvieran nada que ver con la infografía”
Y esa tarde, sobre la gramilla malagüeña, “el Mejor”, demostraba a la gilada que, para trascender en la vida como infógrafo, primero había que ser artista. Golazo.
También:
>> ENVIADO ESPECIAL A ESTEPONA - día 1
>> Estepona Extra
>> ENVIADO ESPECIAL A ESTEPONA - día 2
>> ENVIADO ESPECIAL A ESTEPONA - día 3
>> Las últimas grandes enseñanzas del Dalai García Lama