El rostro en primer plano de una mujer nigeriana que besa la pequeña mano de su hijo, mientras ambos esperan que les entreguen alimentos en un centro de distrubición en Tahoua, Nigeria, es uno más de los muchos que destilan tristeza y resignación entre las imágenes premiadas por el World Press Photo. Todas son fotos bellas. Pero, al mismo tiempo, desnudan la peor cara de nuestra civilización: la pobreza extrema, las catástrofes naturales, la violencia, el terrorismo, los accidentes, las muertes sin explicación.
De las 64 imágenes premiadas, repartidas en 10 categorías, sólo 24 no son parte del mosaico de la miserabilidad humana (y 12 de ellas forman parte de la categoría “Deportes”, un mundo donde -previsiblemente- no abunda la miseria... aunque sí, a veces, la violencia). Recorrerlas significa embarcarse en un viaje visual que hace doler. Hiere. Lastima. El horror atrae a la mirada. Y también a las lentes de los fotógrafos. ¿Morbo o denuncia? ¿Búsqueda del impacto o imposibilidad de dejar de mostrar lo que somos en toda su dimensión?