7.8.05

Hay vida inteligente en los artistas

El 24 de julio de 2003, publicamos una columna de opinión en la publicación on line de García Media. Era sobre el mismo tema que hoy aborda el genial Sábat. La necesidad de encontrar un nuevo profesional para los medios sigue siendo al prioritario. Los periodistas deberían tener una formación más plástica y los diseñadores deberían tener una formación más periodística. El Diseño de la Información es la evolución de la comunicación y gracias a profesionales en actividad como Hermenegildo Sábat la batalla empieza a ser ganada.
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Quiero compartir un ejercicio mental cercano a lo lúdico. ¿Quién inventó las fiebres, barras y tortas? La respuesta nos sentará en la mesa del debate. Los primeros gráficos de barras, los primeros diagramas de fiebres y los primeros gráficos de tortas irrumpieron en un diario londinense, en 1786. Ya nadie puede negar la importancia que han tenido estas creaciones para la mejor comprensión de los datos mensurables. Pero la invención que echó luz sobre el mundo inexpugnable de los números no pertenece a un periodista.
Cuando el dibujante escocés William Playfair inventó la fiebre, las barras y la torta no buscaba lograr una estética interesante. En cambio demostró, con los años, que la visualización de los números y estadísticas era un buen método para ayudar a la gente a entender su significado.
Entonces, ahora formularemos la pregunta que nos hará saltar de la sartén al fuego de la discusión. ¿Un periodista podría haber inventado una rayita cuya inclinación, hacia arriba o hacia abajo, estaría dada por el tono de los datos que debería explicar? O, para decirlo de otra forma: ¿puede un dibujante recibir y procesar una serie de datos caóticos y convertirlos en información? Esta es la cuestión.
Cada uno de los que están leyendo estas líneas tendrá una respuesta para cada una de las preguntas citadas, de acuerdo a su experiencia y ubicación en el andamio. Pero la situación es más dramática cuando la respuesta termina siendo un juego dialéctico, donde no se sabe qué fue primero en la diada del huevo y la gallina. En el mundo de las redacciones periodísticas existen distintas tribus que definen su ubicación en la pirámide invertida del poder de acuerdo a su manejo de la información. Así vemos cómo desfilan en una compacta columna, en orden, primero los editores y los periodistas, mientras que cerrando la presentación se ubican los ilustradores.
Hoy existe una separación en lo impreso. La invención de Johann Gutenberg hacia el año 1450 estableció una dependencia de parte del lector hacia un tipo de lenguaje basado en las palabras. El pensamiento líneal de una sola cosa a la vez le ganaba la batalla al pensamiento visual de todo de una vez. Así la ilustración terminaba siendo un tapa agujero, porque (1) el periodista no quiere escribir o (2) no hay fotos. Esto ocurre por responsabilidad editorial y, lo peor, por culpa nuestra, la del ilustrador editorial.
En realidad, el artista al ser la última persona que interviene en la información no llega a visualizarla correctamente, perdiendo el lector una buena posibilidad de comunicación integral. Así nos encontramos con ilustraciones bonitas, ricas en colores y recargadas de estilos. Si a eso se le suma la irrupción de las computadoras en las redacciones, la escena es aterradora, con una lluvia de filtros de Photoshop y formas frías de Strata sin alma, donde la información vuelve a estar en el texto, como antes de las tortas de William Playfair. Muchos de esos artistas aceptaron que su mente sea deleteada por temor a perder una posibilidad de publicar. Pero su brillosa intervención superficial termina yendo en contra de su arte. Les interesa más seducir a sus lectores a que miren su bellas líneas, que a darles la información.
(Agradecemos a Rodrigo Fino, presidente de García Media Latinoamérica)