La idea de la portada se discutió en un foro de los colaboradores de la revista, y mi amigo, Xavier Borràs, dio la idea de la Ñ pintada en el cuerpo de la estatua. Luego surgieron más cosas, pero ahí sí que el artista tuvo que poner freno y dejar la imagen sólo con dos ideas principales: la Ñ, como signo identificativo del idioma de la revista, y el número 1 como emblema distintivo de la primera portada.
Es una portada de encargo, pero de la cual estoy sumamente orgulloso por la confianza depositada en un infiltrado en el mundo de la ilustración.
El dibujo original está pintado a la acuarela, y está basado en una fotografía que tomé yo mismo en mi único viaje a New York, unos meses antes de la tragedia del 11 de septiembre.