(Por Elio Leturia) "En los Estados Unidos trabajamos con cinturon de castidad" expresó Nuri Ducassi en la Segunda Cumbre Mundial de Diseño en Prensa, en Estepona, el año pasado. Y no hay nada mas cercano a la verdad.
Habiendo trabajado por casi diez años en la prensa diaria norteamericana, puedo aseverar con conocimiento de causa que no sólo los editores sino tambien los lectores de muchos diarios gringos se asustan, ofenden, tiemblan o titubean ante imagenes o temas que presenten desnudez, sexo o violencia.
Parece ser tan contradictorio que algo asi ocurra en una sociedad en la cual el sexo adolescente sea algo tan común o en un país que invade otros paises e inicia violentas guerras. La sociedad estadounidense tiene un pasado puritano, heredado de sus antepasados, que aún persiste y aún se hace presente.
He sido testigo de miradas conflictuadas, de risas nerviosas o de actitudes incomodas en reuniones de redacción cuando se ponen en la mesa fotografías de situaciones violentas o personas en posturas provocativas o poco cubiertas. He escuchado, no sin reirme mentalmente y en silencio, comentarios como: "Esta imagen me pone incomodo" o "Esto es disturbador". Y yo riendo he expresado: "Cómo es que los gringos traen niños al mundo?"
Hace algunos años, cuando diseñaba una página escogí una foto de Jennifer López para un artículo. Cuando el editor la vió, me pidió, nervioso, que usara otra imagen en que López no se mostrara tan provocadora. "Somos un periódico familiar", expresó. Tiempo después, cuando coloqué a la cantante Aretha Franklin en una llamada de portada, la editora de turno me pidió que la encuadrara de manera tal que no mostrara sus opulentos y celulíticos brazos. "Esta presentación no la favorece" me dijo, a lo que contesté: "Bueno, si está tan gorda, que puedo yo hacer; ella es la que tiene que poner las donuts a un lado". De cualquier modo, tuve que ajustar mi presentación de la foto.
Durante la invasión a Irak, mi periódico se atrevió a poner algunas imágenes que mostraba gente sangrando. Al día siguiente recibimos un sinnumero de e-mails y llamadas telefónicas de lectores diciendo: "Yo no necesito ver una imagen así cuando tomo mi café en las mañanas" o "Mis niños no necesitan verse expuestos a este periodismo sensacionalista". Y el lector amenaza con cancelar sus suscripción. Vemos pues, que la censura viene de ambos lados: el diario y el lector. Y yo me pregunto: "¿Quiénes somos nosotros para editar y censurar los contenidos de esa manera?"
Al parecer, ambos partidos prefieren vivir en ese mundo rosa, apaciguado, tranquilo y predecible, donde las flores de la primavera aparecen de repente y los ninos juegan placidamente en los parques. Un mundo en el que todos, editor y lector, somos felices o pretendemos serlo. Un mundo donde los bebes son traídos por la ciguena, seguramente, sin intercambio de fluidos corporales.
Ahora bien, tienen ustedes idea de una razón por la cuál muchos periódicos latinoamericanos y europeos dejan boquiabiertos y extasiados a muchos jueces en la competencia anual de la SND?
La carne, el sexo y la sangre, en la gringolandia de muchos diarios, tienen muy poco espacio.
Elio Leturia es director de arte del diario Detroit Free Press, de Michigan, EE.UU. En 2004 ganó el premio que otorga la National Association of Hispanic Journalists de los Estados Unidos, al mejor diseñador latino.