Si después de haber diseñado o rediseñado un medio informativo (impreso o electrónico) alguien te dice “qué letra más bonita usaste en tu trabajo” date por muerto. Porque si se han fijado antes en la tipografía que empleas que en el contenido del periódico no estás cumpliendo, de entrada, la función más importante: comunicar. Comunicar de manera directa, sin interrupciones, sin ruido. Ya sé que la tipografía tiene otras muchas funciones (organizar, identificar, expresar, embellecer…) pero en periodismo todas se subordinan a la de comunicar.
Elegir letra para los elementos de una publicación (diario, revista, etc.) no debería ser, en principio difícil. Tampoco fácil. Bastará, de entrada, con que no sea ni bonita, ni fea; con que no se haga demasiado evidente, ni capte poderosamente la atención. Que sea transparente, para que deje ver lo que hay dentro, que es lo que realmente interesa.
(Ilustración de El Norbi)
Después habrá de tenerse en cuenta que la tipografía en prensa está pensada para transmitir grandes cantidades de información y, de acuerdo a ello, no bastará con elegir un modelo sino que tendrá mucha importancia su comportamiento dentro del conjunto general de la página, de las columnas, de los párrafos. Entonces es cuando aparecen conceptos realmente importantes como el espaciado, el interletrado, la interlínea, la justificación… procesos a resolver que harán que un texto se lea mejor o peor y, lo que es más importante, que nos sintamos tan cómodos leyendo que no nos demos cuenta que lo estamos haciendo, que sea, si cabe, algo tan involuntario como el respirar.En realidad no sé si la tipografía puede llegar a definir a un medio de la misma manera que hace un logotipo con la marca que representa, pero sí estoy seguro que llega a identificarlo ante su lector, lo que es ya un gran paso. Esa identificación, que se da fundamentalmente en los titulares por ser el elemento más evidente, puede plantearse desde una doble perspectiva: una, para que el lector sepa elegir su diario entre docenas en el quiosco aunque no se vea la cabecera; y dos, para que el lector sepa en todo momento qué genero periodístico está leyendo sin necesidad de que la publicación lo haga evidente. Dicho de otra manera, algunos diarios predisponen al lector a enfrentarse a la opinión con tan sólo hacer cursiva la letra de los titulares; otros, cambian la alineación (centrado, izquierda…) si es reportaje o entrevista; muchos, manejan diferentes fuentes en diversas partes del diario, principalmente para señalar si las noticias son ‘duras’ o ‘blandas’.
Y todo eso también es un lenguaje que debemos tener en cuenta.