Fue en abril. Al final del taller sobre infografía que dimos en la Universidad del Pacífico, en Acapulco, México, se nos ocurrió hacer una choripaneada para nuestros anfitriones. El relato de lo que ocurrió, a continuación.
(40 chorizos en la noche acapulqueña)
Era el final de Perspectiva Gráfica y se nos ocurrió a Anabel Vanoni y a mí, los únicos argentinos del evento, agasajar a los mexicanos con una típica choripaneada bien argentina. Pero el problema no radicaba en el problema para conseguir los ingredientes más o menos originales, ni en la falta de los invitados de lujo, que llegaron con puntualidad casi gringa.
(El asador peleando contra las llamas, tratando de acelerar la cocción, evitando el arrebato mortal)
La complicación radicaba en la tardanza del parrillero, quien todavía debía terminar su último día de taller, antes de acceder a su mejor clase. El final del taller estaba pactado para los 23, pero las ganas y la potencia del último trabajo nos llevó a extendernos un poco más de media hora.
(Comienza la equivocación traicionera de convertir en mariposa el hermoso capullo de cerdo)
(Irrumpe en el salón de estar de Scarface las bandejas repletas de la mejor mercadería, con el telón de fondo de la Bahía de Acapulco)
(Algunos festejan con una mano haciendo la v, sin dejar de apretar el chori con criolla, casi para que no vuele)
Todos, desde el poderoso Dr. Morbito (Erick Morales), esposo de la artista plástica Vanoni, y su hija, la gran Selva Azul, pasando por el ilustrador mexicano César Nández y su compañera, Cherry Knox, sin olvidarnos de uno de los referentes del colectivo tipográfico Typeware, Andrei Bengoa, el artista callejero, su santidad Seher One (David Piñon), y el venezolano Alec Méndez, responsable de Picta. Del lado organizativo estaban, también con mucho hambre, Fer Bustamente, Scarlett Alonso Gómez, Erick Atsel, Jessica Sotelo, Ale Alva, Bookman (Aldair Cruz) y su chica, Gabriela Muñoz, el Señor de la casa, Don René Raúl Romero Sandoval, y su hija, Connie Romero, y la coordinadora de la carrera de Diseño Gráfico de la Universidad Loyola del Pacífico, Ana Laura Pavón. Y, por pedido especial del asador, asistieron la responsable de nuestra alimentación diaria, la diosa de la sabiduría culinaria, Minerva Lagunas, y su sobrino José. En resumen: veinte mexicanos (+ un caraqueño), 40 chorizos argentinos, 5 kilos de salsa criolla, bien criolla. Sólo quedó un chorizo que fue desayunado, a la mañana siguiente, por la pequeña de 4 años.
(Selva Azul disfrutando un desayuno nutritivo, con las vitaminas que necesita cualquier niño mexicano)