9.11.10
Mañana, 270 inscriptos en las Séptimas Jornadas Universitarias sobre Diseño de la Información
(Por El Norbi Baruch) Cuando en 1786, el dibujante escocés William Playfair inventó el diagrama de la fiebre, el gráfico de barras y el gráfico de torta, no buscaba lograr una estética interesante. Él demostró que la visualización de números y estadísticas era un buen método para ayudar a la gente a entender su significado.
Hoy, el infógrafo debería desempeñar un papel más importante en el proceso comunicativo que el que tiene hoy en las redacciones. Ese periodista visual se encuentra en el centro de «una explosión de información», como sostenía el norteamericano Nigel Holmes.
Pero esos datos, que aún no se han convertido en información, deberían aceptar una traducción más creativa, más cercana a la gente y no tan cerrada, sólo entendible por los colegas. Muchas veces, el infógrafo trata de demostrar su erudición para ser respetado por los periodistas, históricos dueños de la pelota (en términos futboleros de la calle). Pareciera que los infógrafos no han podido todavía salir de su baja autoestima para animarse a hacer periodismo visual de verdad. Esa transformación que hizo el periodismo textual de la pirámide invertida y las preguntas que debían contestarse en el primer párrafo de la nota, dieron paso a la nueva narrativa gonzo y más cerca a la del realismo mágico latinoamericano.
Los infógrafos todavía están construyendo la pirámide invertida de los cincuenta, con programas de 3 D, sin importarle el lector, que siente que esa infografía parece arrancada de algún libro de texto de su infancia.
Hoy, la creatividad, el pensamiento lateral y lo lúdico, deberían definitivamente entrar en la redacción y en los departamentos de infografía de los diarios que todavía existen. Porque el periodismo del futuro cercano (la semana que viene) no puede ser html, ni la infografía un simple render de 3D Studio Max.
Para que la infografía se vuelva a encontrar con la gente, viva la infografía de autor.
(Último momento: infógrafos clásicos, de baja autoestima, han amordazado a El Norbi para que no hable mañana en las jornadas)(Fotografía: Gaba Urco)