24.7.10

La letra dibujada en la prensa española: de la identificación a la conceptualización. 1. Los valores del Art Nouveau

Mientras que esperamos el final de la poderosa historia del color en los diarios españoles, su autor, el profesor Pedro Pérez Cuadrado nos invita a conocer una ponencia suya, junto con la profesora Laura González Díez, sobre lo que estamos viendo en estos días sobre Metrópoli. Esta fue una presentación que ellos hicieron en el IV Congreso Internacional de Tipografía de Valencia. Estará dividido en cuatro partes. Hoy la primera.
cuadrado (Por Laura González Díez y Pedro Pérez Cuadrado) En el primer manual español sobre técnica periodística, ‘El arte del periodista’, de Rafael Mainar (1906: 64), se puede leer la “regla general” de que “cuanto más sencilla mejor resulta la cabecera de un periódico”. Y también “que no debe variarse por ningún concepto”. Ambas premisas, siendo de uso habitual, no siempre han sido tenidas en cuenta por las empresas informativas antes y después de la cita referida.
Las razones, a lo largo de la historia del periodismo español, son de diversa naturaleza y si bien en ocasiones se refieren a un ámbito geográfico concreto (Josep María Casasús estudia las cabeceras ilustradas de diarios como manifestación genuina del diseño periodístico catalán), en la actualidad podemos encontrar ejemplos puntuales donde la cabecera se reinventa con cada nuevo número en la idea de integrarla más en el concepto informativo que se aborda hasta mimetizarse con él.
En esta dirección, el trabajo de Rodrigo Sánchez en la revista de servicios ‘Metrópoli’ supone un interesante objeto de estudio que ha conseguido los más relevantes premios a nivel internacional y se constituye como referente de la letra dibujada en la prensa española y un recurso de diseño poco habitual.
Dice Josep María Casasús (1989: 168), que “el criterio funcionalista de Rafael Mainar respecto de las cabeceras de diarios divergía radicalmente de la tendencia que había dominado en este tema en Cataluña desde los mismos orígenes del periodismo moderno, es decir, desde los primeros periódicos del Romanticismo y de la Renaixença”. Y es cierto que será en Cataluña, a finales del siglo XIX –y después a principios del XX–, donde encontramos una amplia muestra de letras dibujadas e ilustraciones en el rótulo principal de publicaciones periódicas.
Es mucho más abundante en las revistas de muy diversa periodicidad pero, –¡que duda cabe!– se hace más visible y, a posteriori, queda mucho más grabada en el inconsciente colectivo, la de los diarios. Como, por ejemplo, la famosa ‘Perdiu’ que el arquitecto Lluís Domènech i Muntaner diseñó en 1899 para La Veu de Catalunya y que llegó a ser un símbolo popular del diario.

Respecto de esta cabecera hay que decir que aparece como elemento relevante en la historia del diseño catalán en una relación de fechas que Raquel Pelta y Óscar Guayabero anotan para una Cronología del Diseño en Barcelona.
Antes de seguir hay que hacer una distinción. No queremos referirnos aquí a la cantidad ingente de cabeceras más o menos ilustradas que surgen al hilo del Art Nouveau francés y su evolución al Modernismo catalán. Y que normalmente se acompañan con tipografía ‘de caja’. No entraríamos en las premisas de este congreso de tipografía. Nuestro propósito estaría más cerca de rastrear los mismos rótulos que, gracias a las técnicas de un fotograbado aun pobremente desarrollado, permitía traspasar los dibujos originales de nuevas letras a las manchetas –nameplates– de los diarios. En la misma dinámica que la litografía había permitido rotular los carteles a los propios artistas y dibujar sus propias letras.
Es cierto que, en España, la prensa modernista se centró básicamente en Cataluña, igual que ocurrió con las otras ramas de este movimiento. Por ello, las características del Art Nouveau se pueden ver reflejadas en las portadas de varios periódicos de la época como una manera de conjugar el arte, muy poco habitual en la prensa, con la actualidad y siempre con un aire reivindicativo, lo que fue también una característica de este movimiento. La idea era romper con la restauración y en general con todo lo anterior y una manera de hacerlo fue la forma de estructurar las obras, las ilustraciones y, por supuesto, la forma de escribir. Al encontrar en portadas de periódicos, como La Veu de Catalunya, evocaciones a este arte en las letras que componen la cabecera y otros elementos tipográficos de la página, se puede traducir como una manera de que el público, sólo con la vista, reconociese qué iba a leer, a la vez que suponía una manera de concienciarse con el movimiento.
Otro importante medio que participó, aunque no de forma continuada, de la idea del modernismo –y de la letra dibujada– en las cabeceras de prensa fue La Vanguardia.

Carles Salmurri (2008) escribe en la página web del diario barcelonés que “gracias a su director Modesto Sánchez Ortiz, un hombre relacionado con los jóvenes artistas y escritores impulsores del movimiento, supo incorporarlos a sus páginas. Prueba de ello –prosigue– son los suplementos resumen del año que acababa que impulsó Sánchez Ortiz”. Y enumera los de 1893, 1895, 1896 (firmado J. Pellicer-Monseny, dice), 1897 (también de J. Pellicer-Monseny), 1899, 1901, 1902 (con medallón modernista de J. Triadó), 1903, 1904, 1905, 1906 y 1907.
Sea como fuere, en esta muestra de letra modernista se acentúan las funciones estética y de identificación del signo impreso, dejando en un segundo plano los objetivos comunicativos y organizativos; y no tanto los expresivos, que aportaban una fuerza considerable al medio.
Pero esta circunstancia de la tipografía dibujada en la cabecera de los medios no sería prerrogativa exclusiva de las publicaciones modernistas ni afectaría únicamente a publicaciones catalanas. La fuerte señal de identidad que proporcionaba atraía a muy diversos sectores del periodismo patrio.
Dos ejemplos que prueban lo que decimos se pueden ver en diarios de muy diversa especialización y origen. Por un lado, tenemos El Vigía de la Barceloneta (un diario que aun hoy sigue saliendo), que en 1895 presentaba una cabecera dibujada e ilustrada ‘por línea’.

En el otro extremo, un diario editado en Madrid, El Correo Militar, cuya cabecera en 1898 es también prueba de ello.


Bibliografía

CASASÚS, J. M. (1989): ‘Apuntes para una historia del diseño de diarios en Cataluña’, en Temes de Disseny, tomo 3, pp. 161-110.

MAINAR, R. (1906): El arte del periodista, Barcelona: Manuales Gallach.

SALMURRI, C. (2008): Portadas modernistas de La Vanguardia. Consulta:
http://comunidad.lavanguardia.es/component/20081010/146859/portadas-modernistas-de-la-vanguardia.xhtml

Consulta realizada el 21 de febrero de 2010, a las 19,59 horas. Se puede consultar en línea en:
http://comunidad.lavanguardia.es/component/20081010/146859/portadas-modernistas-de-la-vanguardia.xhtml