10.12.09
Exclusivo: Retratos del rock en vivo II
(Por Fabián Trapanese) Venía Nina Hagen a la Argentina para cantar en el Bs As Rock & Pop Festival. La alemana punk prometía trasgresión desde antes de subir al escenario. Ya se sabía que traería puesto un corpiño con lucecitas titilantes en los pezones y un cinturón cuya hebilla era… un tierno osito de peluche. Me dije: esas fotos las tenés que hacer, Trapa, pero tené en cuenta que también las van a hacer todos. Y en efecto.
Hice fotos del osito y los pezones titilantes, pero me faltaba “la foto”. Quería retratar todo ese sexo que desbordaba la germana de pelos rosados. En eso veo que le gusta levantar la pierna, cual bailarina de danzas clásicas punk.
Me dije, acá viene “la foto”, y preparé la cámara. El resultado fue este retrato tan poco convencional como ella.
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Yo era un pibe y me mandaron solito y en colectivo a la casa del mismísimo Pappo, en La Paternal. Había algo que yo estaba seguro que no quería hacer: otra foto más del Carpo con cara de heavy metal y muñequeras con tachas. Cuando llegué estaba mirando los dibujitos en la tele. Un maestro. Voy en el buen camino, me dije a mí mismo.
Más tarde, hablando de los vecinos, de si se quejaban por la música fuerte y otras nimiedades, terminamos haciendo esta foto conectado a sus auriculares. Ese empezaba a ser el Pappo que había ido a buscar.
Pero yo sabía muy bien la foto que quería llevarme: Pappo y su madre (para quienes no lo sepan, Pappo tenía un tema muy famoso que decía “Nadie se atreva, a tocar a mi vieja / porque mi vieja es lo más grande que hay”). Me fui arrimando al tema, hasta que inesperadamente entró… la madre, con un platito con tres galletitas Criollitas con sus respectivos trocitos de queso port salut encima y un vaso grande de leche. No podía creer lo que estaba viendo: ése era el Pappo que había venido a buscar. Estaba adelante mío.
Las reglas más ortodoxas de la fotografía periodística dirían que debería haber subido la cámara y disparado la foto tomándolos a ambos por sorpresa, espontáneamente. Lo que no decían las reglas es que, de haberlo hecho, se hubiese terminado aquel reportaje en el acto.
Esperé a que su madre saliera de la habitación y le conté mis intenciones, a lo que me contestó con su voz gutural: -“Con la vieja no”. Listo, me quedó clarito, tengo dos vidas más, me dije.
Terminamos haciendo una foto del Carpo con sus cosas más amadas. Tenían que verlo trayendo de su cuarto su guitarra, los pedales… y sus discos. Hicimos la foto en el patio de la casa. Al final el Gran Carpo me dijo: -“Ahora una foto haciéndole el amor a la guitarra” (esa también tengo) y luego de hacer esa toma, quedó así como muestra esta otra foto.
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Patricia Sosa cantaba en La Torre y era una de las mujeres más sensuales de nuestro rock de aquel momento. De hecho, tuve una sesión de “fotos sexys” con ella y comprobé cuánto le divertía aquel papel con que los medios de rock la habían etiquetado. Y lo poco que se lo creía! Me resultó una mujer muy agradable con una humildad cero estrella de rock de moda. Esta foto fue hecha en otra oportunidad, pero refleja esa actitud que hay que tener para posar con un secador de pelo y hebilla de peluquería incluida (sobre su frente).
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Mi jefe me dijo: -“Vas a ir a hacerles una foto a unos chicos que están sonando muy bien, los Cadillacs 57, hacen ska.” Todavía me acuerdo que estábamos en el departamento de los padres de uno de ellos y no terminaban más de llegar. En esos momentos lo común era que las bandas tuviesen tres, cuatro o cinco músicos, máximo. Ellos eran siete. Fuimos hasta un baldío cercano e hicimos esta foto “estilo Madness”, donde ya se vislumbraba la personalidad de algunos de ellos.
Tiempo después me encontré con Vicentico, le pregunté por los Cadillacs 57 y me dijo: -“Una lástima, tuvimos que cambiarle el nombre. Le pusimos Los Fabulosos Cadillacs” El resto lo conocemos todos.
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Debo decir que no tenía ni idea de quién era Pat Metheny. Sólo sabía que era un guitarrista muy respetado en el ambiente del jazz. Debo decir que, de puro joven ignorante, fui a verlo sin grandes expectativas. Quedé impresionado al primer tema. Hice esta foto que para mí representa esa íntima conexión que sentí que él tenía con su guitarra. Más tarde, con los años, me di cuenta que se trataba de un triángulo amoroso entre él, su guitarra y su remera a rayas.