Ayer, domingo, el blog experimental Chill-Art publicó el post número 100 y lo festejó con todo. El periodista Pablo Bobadilla escribió un extenso artículo sobre la participación del músico Luis Alberto Spinetta, como actor y musicalizador, de una película que se ha mantenido más o menos oculta del gran público. El suplemento Radar de Página/12 publicó ayer parte del artículo, pero no el reportaje. Por eso te lo mostramos a continuación.
(Por Pablo Bobadilla) En 1987 Luis Alberto Spinetta participó como actor y autor de la música original en el corto de Fernando Spiner Balada para un Kaiser Carabela que sólo se proyectó una vez en Argentina. En cambio, fue premiado en Europa, lo compró Canal Plus, de Francia y lo televisó. A instancias de una coproducción de La Nave de los sueños y la Biblioteca Nacional el 17 de noviembre se lo proyectará gratis en el auditorio Jorge Luis Borges dentro del ciclo Otros territorios junto a otros tres cortos iniciáticos del director del film La Sonámbula y las series Poliladron y Bajamar. Entrevista con Fernando Spiner y Luis Alberto Spinetta.
El eterno retorno
En un pueblo anclado en un retrofuturo con locales repletos de videojuegos, fichines y carteles con luces de neón, rodeado por un paisaje desértico, habita Finney, el personaje de Spinetta. Es una suerte de Sísifo canoso que viste de traje, día a día intenta encender autos que no arrancan y pasa el tiempo borracho. Llegan al pueblo a través del desierto una mujer joven y un niño como salido de una publicidad de cacao, pelo cobrizo, pecas, el niño sostiene una valija, ella usa un vestido azul sin mangas y tacos blancos. En el pueblo no hay nadie más que Spinetta, los fichines, y viejos autos de lujo estacionados, él les ofrece pasar la noche allí, ellos aceptan y dicen ir más lejos. Al niño le gusta sacar fotos con una cámara polaroid, luego recorta los retratos y los deja en distintos lugares, entre los personajes apenas existe la tensión de un posible recuerdo o un posible olvido, nunca se miran a los ojos. La mujer y el niño bailan maquinalmente una rutina de tap sin música de fondo mientras Spinetta bebe su whisky en la barra mirándolos ausente, detrás suyo en lugar de bebidas, casetes de VHS llenan las estanterías. Sus movimientos parecen espectrales. Pasan la noche deambulando y ven el alba sentados dentro del auto, un Kaiser Carabela, Spinetta pregunta si recuerdan que es la hora en que se apagan todas las luces y ellos le dicen que no. Él asiente: “Claro, yo tampoco los recuerdo”. Otro día todo vuelve a empezar, regresan los visitantes, ella luce un abrigo y el niño carga un estuche de guitarra, dicen ir más lejos y la sospecha del recuerdo aflora en el desierto.
Simpatía
En el libro de Juan Carlos Diez, Martropía conversaciones con Spinetta, el músico contó que le cuesta irse a una playa, que en cambio, sale de una ciudad para ir a otra ciudad: "Soy difícil para eso. Tengo que estar en muy buena compañía y relajado". La filmación del corto en una playa implicó para Spinetta abordar terrenos infrecuentes. Para la música Spinetta unió sus sintetizadores último modelo para la época con los sonidos de las máquinas de fichines e incursionó en el ruidismo para generar un clima denso, apenas hay una melodía en la que tararea unas vocales y las loopea, es un ejercicio lúdico para el músico que transita del disco junto a Fito Páez, La la la de 1986, hacia su próximo solista Tester de violencia de 1988. Quizá el único anclaje temporal que permite ubicar al corto como realizado en los 80 y no como una mirada desde cualquier momento futuro a esa década sea el sonido característico de los sintetizadores.
En medio de los ensayos para la celebración de su trayectoria en diciembre en el estadio de Vélez, Luis Alberto Spinetta habló por teléfono con nosotros para recordar la filmación.
- ¿Cómo recordás tu participación en el corto? ¿Cómo te preparaste para el personaje?
Mi experiencia como actor es, seguramente, nefasta para el director.(Risas) Yo hice una música para el corto, creo que por ahí empezó todo. Tenía que hacer de un hombre mayor, no les costó maquillarme para lograr el personaje, como la película es casi muda, sin textos, era un tipo más parsimonioso que yo y su desarrollo era desde lo gestual.
¿Haber participado influyó en tus ideas para los videoclips posteriores?
En los clips es otra la cosa, si no sos actor y tenés cancha, vas y algo sale.
Yo me limité a seguir sus instrucciones la idea era poder cumplir con las expectativas de Edu Milevic y Fernando Spiner. Simplemente por simpatía, no me entusiasmaba hacer a través del film una entrada al mundo de la actuación en cine sino cumplir con mis amigos, ellos me divertían y tenían ideas que me parecían geniales .
¿Sabías que el corto fue comprado y exhibido por la televisión francesa?
No sabía, pero es natural porque esa es un poco la característica del film, una idea muy visual. Claramente no lo pasaron allá porque hay un actor que es conocido por otra cosa. Y el mérito lo tiene el director, no mi actuación.
Para ver todo el reportaje completo, entrá en Chill-Art.