El domingo pasado, en medio del silencio mediático, se recordó el Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres. El mismo día eran asesinadas dos jóvenes mujeres en la ciudad de Buenos Aires. La violencia y la saña con que fueron cometidos semejantes crímenes dan una pauta de la actitud que está instalada en la sociedad, como imaginario colectivo. Mariela tenía 34 años y vivía en el barrio caro de Nuñez. Máxima tenía 18 años y vivía en el barrio popular de Floresta. Las dos encontraron la muerte a manos de hombres que no dudaron en apuñalarlas con violencia única.
La violencia de género encuentra en la muerte su último escalón, pero reconoce varios pasos intermedios. Avisos publicitarios de zapatos femeninos que apelan a imágenes de mujeres muertas, son parte de esta dirección ascendente que no siempre termina bien. Que la diseñadora guatemalteca Adriana López haya reaccionado con vehemencia ante semejante creatividad está bien. Es necesaria. Y que la ilustradora argentina Mirian Luchetto se haya animado a pensar en una alternativa tipográfica para denunciarla, está mejor.
Nada justifica la violencia contra una mujer. Nada.