Si tengo en cuenta que entre los discos que tengo aparece el poderoso Boys and Girls del 85, con "Slave To Love", Bête Noire del 87, con "Kiss and Tell", y terminando en Taxi del 91, puedo llegar a concluir que soy degustador de este tipo de música morcilla. El norteamericano Bryan Ferry ha sido uno de mis preferidos a la hora de musicalizar ciertos momentos profundos de mi vida.
El Destino, ese gran jugador con mayúsculas, que se divierte mientras los humanos chocamos entre si tratando de escapar de su caleidoscopio, se animó con otra sorpresa. Era la presentación del diario Público en el grandísimo Madrid Arena. Mucha gente preparada para comer, pocos colegas, muchas barras. Una de las presentaciones más frías que vi en mi vida. Sin alma, ni pasión, hablaron los responsables de semejante proyecto. Era el día anterior a la salida a la calle.
Con la diseñadora guatemalteca Adriana López, del diario Prensa Libre, estabamos por emprender la retirada cuando el caleidoscopio comenzó a girar. El cierre del evento polar estuvo a cargo de uno de los músicos más hot del momento. Pero hot con glam. Mientras bailábamos con su corrosiva música, otro fan de Ferry se acercó a la pista, el Redactor Jefe de infografía del diario El Mundo, Juancho Cruz.
