La presentación sobre la tipografía en los diarios españoles no consistirá en una enumeración de fuentes con las que se han compuesto las páginas de los periódicos. Pero si quiero que sea un vistazo ágil y rápido a la utilización que ha venido haciendo la prensa española de los elementos textuales (letras, filetes, corondeles, etc.) Desde nuestro primer diario, en 1758, hasta la actualidad; con tramos de 50 en 50 años, más o menos, y haciendo hincapié en todo lo que afecta a la forma de los periódicos: tecnología, modas, etc.Habrá una parte dedicada a los ‘horrores’ tipográficos: líneas viudas, cortas, huérfanas, justificaciones deficientes… Otra, con los ejemplos de los diarios más representativos de cada etapa. Una tercera, de comparaciones y relaciones con los movimientos artísticos más evidentes: Arts&Crafts, Art Nouveau, Bauhaus, Movimiento Tipográfico Internacional.... Y, al final, una lista de conclusiones que pueden parecen evidentes tras el recorrido. Y que no parecen ser muy diferentes del resto de la prensa mundial:
Las conclusiones
Después del recorrido que hemos efectuado nadie puede negar que el nivel de utilización tipográfica en la prensa española ha experimentado una palpable transformación (para mejor, diría yo) que se manifiesta en diversas pruebas:
La tecnología de composición y de impresión han mejorado la calidad de las tipografías reproducidas.
Los textos base del cuerpo de las informaciones han aumentado su tamaño, dándose la paradoja que, como apuntaba Carlos Pérez de Rozas en una de sus charlas, “es ahora cuando tenemos más variados y precisos instrumentos de lectura (gafas, lentillas…) y cuando necesitamos cuerpos de letra más grandes”.
Ya no es el departamento publicitario ni los regentes de talleres quienes eligen los muestrarios de tipos. Primero la fotocomposición y, más tarde, la digitalización han creado una cultura tipográfica entre los periodistas que antes no existía.
Utilizamos tal cantidad de excelentes tipografías que resulta realmente difícil a priori hacer una elección equivocada tanto para los textos base como para otros elementos tipográficos de las páginas de nuestros diarios.
A pesar de ello, la identificación cierta de algunas fuentes hace que muchos diarios parezcan clones y resulta cuando menos una desilusión comprar diarios en diferentes localidades y que se asemejen como dos gotas de agua.
Pero es que, además, al mirar con cierta atención hacia esas mismas páginas no dejamos de ver los mismos errores de hace 250 años:
Líneas viudas: última línea de un párrafo que encontramos sola a principio de columna.
Líneas huérfanas: primera línea de un párrafo que queda sola a final de columna.
Línea corta: líneas que olvidamos con una sola sílaba.
Espaciados defectuosos: que nacen fundamentalmente en textos justificados por columnas excesivamente estrechas y al distribuir siluetas sin demasiado criterio. Y también, por supuesto, de la mala definición de los P&J.
Particiones de final de línea excesivas que fragmentan la lectura y la hacen más difícil
No parece que hayamos aprendido mucho en este tiempo. Y no sé el grado de importancia que puede tener ahora que en Diseño Periodístico priman otros valores de conceptualización al primer golpe de vista. Pero no debemos olvidar que, como dicen numerosos autores, la tipografía ha de ser transparente. Y estos errores, cuando menos, no ayudan a ello.
La pregunta quizá sea: ¿quién es el responsable en última instancia de estas cuestiones en un diario? La respuesta puede ser variada según los esquemas de trabajo de los diversos medios. Pero alguien debería cuidar de ello. Al fin y al cabo, ya son como algo nuestro después de tantos años.
Para conocer un poco más a Pedro Pérez Cuadrado:
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