(Por Enrique Villegas) Los medios gráficos que consumía en la infancia eran los más comunes para la época: las revistas Billiken y Anteojito. Compartía el universo de estas publicaciones con mis amigos y compañeros de la escuela. Cada tanto aparecían acompañadas por raras selecciones de “Historia Universal” o alguna enciclopedia coleccionable que se dejaban a un lado enseguida, porque no llenaban las expectativas “visuales” y contenían textos muy extensos, imposibles de entender para gente de esa edad.
En mi cuarto de juegos habitaban los álbumes de figuritas tan diversos y coloridos como las series animadas del momento. Muy difíciles de llenar por cierto; la figurita faltante se terminaba dibujando a mano recordando la original alguna vez vista, en casa de algún colega coleccionista. Las cartas temáticas con datos técnicos de aviones, autos, o cualquier elemento comparable, eran piezas gráficas semejantes a alguna revista experimental de hoy; el juego con estos naipes no tenía reglas muy claras, y siempre había conflictos entre los contrincantes. Igualmente las aprovechaba para copiar los modelos de aeronaves que aparecían fotografiados.
Era infaltable el pedido semanal de hojas blancas a mis viejos; todo elemento que sirviera para dibujar o dar color era de gran utilidad: crayones, lápices, marcadores, plasticola de colores; hasta pedazos de ladrillos rescatados de la calle y arena se convertían en complejas texturas. Cualquier publicación de actualidad, como por ejemplo revista Gente, y en especial las páginas de los diarios, eran transformadas en trabajosos collages. Bocetos de casas y prototipos de vehículos imposibles eran materializados con la infinita cantidad de piezas de Mis Ladrillos que pululaban por toda la casa. Las paredes creadas con estos pequeños módulos servían de soporte para hacer garabatos con témperas.
Recordando los medios visuales de mi niñez, la televisión nunca fue la estrella principal. Disfrutaba de los dibujos animados como Mazinger Z, Meteoro, Robotech y Transformers a la esperada hora de la merienda. Sobre la mesa nunca faltaba un papel, o pedazo de hoja, donde plasmaba mis propios mundos.
Luis Enrique Villegas es estudiante de Diseño Gráfico de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Buenos Aires (FADU-UBA).