(Por Verónica Salatino) La verdad es que no sé si tengo muy mala memoria o no consumía gráfica cuando era chica. En casa siempre fueron más de la tele. Pero, por supuesto, tengo algunos recuerdos de Billiken y Anteojito (¡infaltables!). En esa época todavía no venían con súper regalos como ahora, así que la emoción máxima era que esperar al 25 de mayo para que viniera el cabildo de cartón para armar!!!
Por mis manos, un poquito más de grande, pero aún pequeña, pasaron historietas varias: Patoruzito, Condorito (me encantaba), Mafalda (aún la conservo) e Isidoro Cañones.
¿Valen los chistes de la contratapa de Clarín? Esos no me los perdía nunca.
Sinceramente, si tengo que decir por qué o qué me gustaba de cada uno, creo que los que más me atraían tenían que ver con el humor y muchas veces con la resolución de una situación de una manera inesperada. Y debo confesar que me divertía mucho y me llamaba poderosamente la atención la típica publicidad de las historietas que juraban y re juraban que uno podía convertirse en el mejor detective por correspondencia. Fantaseaba con que a mi alrededor tal vez muchos eran espías que se habían recibido en la súper academia que promocionaban las hojas de las historietas y, confieso, llegué a pensar en que cuando fuera más grande iba a hacer el curso!
Verónica Salatino es periodista de la revista femenina Luz, de Editorial Perfil (Argentina).