2.7.10
Especial De Lorenzi: La ergonomía entre el tabloid y el sábana (2)
(Ilustración de Miguel De Lorenzi)
(Por Miguel De Lorenzi) Una lección de ergonomía del diario: al viejo sabio del periodismo gráfico, Felix Laiño hacedor de la legendaria La Razón, en un reportaje en la televisión de cable, le escuché decir que él nunca dejaba de pensar en el lugar en donde el lector leia La Razón. Inventó esos recuadritos breves para los que leían, de pie, en los viajes cortos en subterráneo. Además los ubicaba en la página, de manera que quedaran en el medio del cuarto de la sábana doblada en cuatro a lo que lo obligaba el tren atiborrado de pasajeros. A esos recuadritos casi nunca les ponía título: simplemente signos de admiración o interrogación. Agregaba que a sus redactores muchas veces no les pedía noticias en cantidad de líneas, sino en minutos, que eran los que correspondían a determinados tramos de tren o colectivo. Fue él el que más énfasis puso en la noticia encuadrada en un rectángulo de manera que a primera vista, el lector tuviera idea de la duración de su lectura.
Bueno, la pregunta del comienzo era sábana o tabloid. No tengo tomado partido por ninguno de los dos formatos. Los dos tienen grandes incomodidades. Los voluminosos diarios nacionales en formato tabloid son más cómodos de lunes a sábado en ese tamaño. Pero tómelos usted un domingo con su gran cantidad de páginas; no hay forma de manejarlos. Lo ideal para mi es que fueran tabloid de lunes a sábado y sábana los domingos. Me dirán ustedes que de esa manera perderían personalidad. ¿Pero no es eso lo que hacen los diarios de formato sábana todos los días, insertando arbitrariamente secciones en tabloid?. ¿Cual es la razón?. Parece no haberla. Algunos insertan la sección de agro, otros las de deporte, otros los dedicados a los jóvenes (de paso, ¿no sería bueno que todo el diario estuviese escrito en un lenguaje para todos, y no tuviera suplementos guetos para jóvenes?), y está el prestigioso suplemento sobre libros, tabloid, del New York Times.
Con respecto al volumen de los tabloid, sobre todo los domingos, los diarios españoles parecen haber adoptado un criterio razonable: insertan una o dos secciones, como máximo en el cuerpo principal del diario, muchas veces en un papel color damasco que los distingue. Usted los puede separar sin complicaciones y hojear el diario, en un continuum sin sobresaltos, de punta a punta, de política a deportes, y luego retornar por un camino lineal a la nota que decidió leer más detenidamente. Igual que cuando recorremos todos los canales del cable. Pero enfréntese usted a un diario formato tabloid nacional argentino –voluminoso-, un día domingo. No hay forma de abordarlo con sus secciones una metida adentro de la otra. Leerlo es como pelar un alcaucil donde, paradójicamente, lo mejor no está en el centro. Debo confesar que es una tarea a la que renuncio con frecuencia. Prefiero hojearlo como si fuera un diario español, en un continuun, pero ay de mí, cuando voy a leer la nota que me prometen en la portada de Espectáculos -que está en la doble central de la sección-, la encuentro cubierta por un suplemento sobre no se que rubro; si lo que pretendían es que también leyera ese suplemento, no lo lograron (no recuerdo de que trata). Sólo lograron incomodarme en mi deseo de leer la nota principal de Espectáculos. De esta especie de acebollado que son los diarios tabloid, no se salvan los diarios sábanas. El laberinto de páginas que construyen es a veces inimaginable: un tabloid insertado en una sección sábana, que a su vez está inserta en otra sección y esta a su vez, en otra. Un juego de cajas chinas donde el premio es un inserto publicitario, tipo deje de leer y vaya a comprar ¡ya!
A veces renuncio a leer inmediatamente mi sección favorita del diario sábana de los domingos y me dispongo a que el azar me conduzca a esas benditas páginas después de haber repasado de mala gana los accidentes automovilísticos de rigor que, esos si, saltan a la vista. Me anima que en la tapa de la sección A me aseguraron que estaba; ahora arrégleselas para encontrarlo.
Esta tarea de desbrozar el diario, muchas veces la hace el canillita, puesto que le resulta imposible pasar el diario, como viene, por debajo de la puerta. Esto es que, a la mañana me encuentro con un desordenado mosaico de secciones a las que debo ordenar de una manera aleatoria, para ver por donde empiezo a leer u hojear.
Concientes del desbarajuste, en la portada de la seccón A, o en la página 2 tratan de orientarnos con prolijas guías. Pero vaya usted a encontrar la nota que le llamó la atención: hay como 5 ó 6 páginas 8.
Miguel De Lorenzi es director de arte del diario La Voz del Interior, de Córdoba, Argentina.