1.7.10

Especial De Lorenzi: La ergonomía entre el tabloid y el sábana (1)

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(Por Miguel De Lorenzi) Un libro se puede leer sosteniéndolo con una sola mano; el diario, sábana o tabloid, requiere las dos y el resto del cuerpo. Hoy se necesita ser casi un atleta para leer un diario. ¿Sábana o tabloid? ¡Ufa con el tema!. Ante todo quiero decirles que estas desordenadas reflexiones son de un diseñador de diarios. Pero confieso que me despojo de las presuntas sabidurías de mi oficio y paso a contarles mis desventuras como ávido lector de diarios. Primero: pienso que no se ha inventado peor construcción para leer que un diario de papel. Y eso que los diarios fueron creados mucho después de ese instrumento tan perfecto que es el libro. Se que hay razones técnicas, económicas y diría psicológicas que condicionan la forma de ese conjunto de páginas que nos pasan todos los días por debajo de la puerta o vamos a comprar al quiosco. ¿Pero será posible que avanzado el siglo 21 tengan la misma forma que cuando fueron creados hace ya unos tres siglos?. Los automóviles al principio eran meros carruajes con motor, pero después fueron autos verdaderamente, y de ahí en más, aunque siguieran teniendo siempre cuatro ruedas, no pararon de ser cada vez más veloces, versátiles y confortables.
Piensen en el libro. Cualquiera sea el lugar y la posición en que estén leyendo su vista podrá siempre orientarse perpendicularmente a la página, condición ideal de la lectura. Prueben hacer eso con un diario. Imaginen la mejor posición: el diario, sábana o tabloid, extendido sobre una mesa, sentado, sus codos apoyados y usted con sus manos orientando las páginas hacia su vista;. siempre habrá una página que se doblará indócil, abruptamente, y usted tendrá que ver el final del titular, o la gran fotografía, sesgados con respecto a la dirección de su vista o torcer como un acróbata el cuello para terminar de verlos. En la mesa siempre habrá un pocillo o plato que usted deberá apartar para que no perturben el despliegue de las hojas y produzcan jorobas en el papel que joroben la lectura. Estamos hablando de condiciones ideales de luz y de lugar.
Si usted lee un libro en un taxi, el tamaño del mismo le permite absorber con ligeros movimiento de manos los traqueteos que producen los baches y el congestionamiento vehicular y leer sin incovenientes. En cambio, si lee un diario en un taxi o un omnibus, es probable que en el salto de un bache o una brusca frenada pase de las páginas de internacionales a tener en las manos la sección de agro sin solución de continuidad, puesto que la masa informe de papeles se le tornará inmanejable.
A está altura del partido ustedes me dirán que el motivo de mis quejas ya ha sido solucionado. Es lo que conocemos como formato revista. ¡No!. No me entendieron. Las revistas salen una vez a la semana, tienen mucho menos material de lectura, deben cerrarse con muchas horas de anticipación a su salida y son caras, y lo que yo quiero es leer noticias, a un precio razonable, cómodamente todos los días. ¿Es mucho pedir?.
A propósito, hasta las revistas se están volviendo incómodas de leer. Con la moda de la miniaturización, hay muchas que, sobre todo en Estados Unidos, han reducido su tamaño. Claro, a los pobres ganchillos, si es que la publicación no es de lomo cuadrado, les resulta duro sostener el aumento consiguiente de páginas y se producen unos lomos improlijos y voluminosos y además la revista aparece siempre como semiabierta.
Ustedes me dirán que los diarios se arrevistaron. Si, se arrevistaron, (Peter Palazo, Mario García, Toni Cases, entre otros, mediante) pero sigo sin ver la diferencia sustancial entre un tabloid de nuestros días y la Gaceta Mercantil. Si no, tendríamos que pensar que Mariano Moreno, entre sus méritos revolucionarios, tendría también el de ser precursor de la actual tendencia a los tabloid.

Miguel De Lorenzi es director de arte del diario La Voz del Interior, de Córdoba, Argentina.