(Por Patricia Ramírez) “¡Mujer, mujer libérate...!”, decía Mirtha Busnelli golpéndose el pecho hace más de quince años en el programa “Matrimonios y algo más”, donde parodiaba a una conductora independiente pero que cuando volvía su casa seguía siendo una esposa fiel y sumisa ante su marido.Esta libertad a la cual hacía tanto énfasis el personaje es actualmente un común denominador del cual nos hacemos cargo una buena porción de mujeres que rondamos los treinta y cuarenta años. Pero de alguna manera esa independencia económica también tiene su precio y es nada más y nada menos la soledad, que no compete sólo a mujeres sino también a hombre.
Es muy difícil hablar de una visión femenina de la misma manera que hace unos años, la sensibilidad no es la misma y si bien el privilegio de ser madres se mantiene, la dureza con que se afrontan algunas situaciones nos hace más rudas a la hora de establecer conceptos.
Los cambios en la sociedad son buenos y necesarios, y aunque hoy la ambigüedad sexual es el eje de nuestras acciones, hay que entender o comprender que sólo es un tránsito, para que tarde o temprano lleguemos a una no competencia por el poder sino una armoniosa convivencia entre seres humanos. Ojalá no sólo sea una utopía.
Patricia Ramírez es diectora de Arte del suplemento Vía Libre de Buenos Aires, Argentina.