(Por Esther Moux) El enfoque de la mujer artista moderna está en su capacidad de ser supermujer: madre, esposa, y creadora de imágenes. Y esto, ¿de qué nos sirve? ¿Somos capaces de servir a tantos dioses?¿Es el arte un amante celoso?
Si la mujer ve distinto al hombre, ¿diríamos que esta visión fluye de su biología? Nos urge crear en ámbitos terrestres y matutinos, tanto mental como espiritualmente. La mujer entiende a temprana edad que somos dóciles experimentos de la naturaleza. El crear implica sufrir. El hombre desea lo mismo: entenderse a través de la comunicación artística. Le impulsa dejar su marca para no ser olvidado.
El ojo femenino es uno de compasión. Sin principio ni fin, fluye desde el propio centro en que se oculta la fuerza enigmática, llamada lo femenino. La visión femenina es una cultivada por ambos sexos.
En el guiñar de un ojo, se cierra la visión masculina angular, y se despierta la femenina. Es esta elusiva ecuación en que se encuentra todo fotógrafo al hacer su obra: el momento de balance entre una fuerza y la otra.
Esther Moux es fotógrafa y artista multimedial en Nueva York, EE.UU.