Editar y coordinar el trabajo de los redactores fue una tarea difícil, debido al volumen de información que aportaron y a la complejidad de establecer unas rutinas de producción que pudieran amoldarse a todos y fueran compaginables con sus tareas diarias. También aprendimos lo importante que es fijar unas normas de estilo claras y lo aplicamos en producciones posteriores.
La publicación de “Desmontando a Dalí” fue por entregas, cada semana La Vanguardia.es ofreció un apartado de lo que ahora es el menú de contenidos. Después todo el material se aglutinó en el reportaje multimedia final que ahora conocéis. Esta decisión se tomó tras valorar que era imposible -dadas las características de Internet- que un lector lo leyese entero si entregábamos todo el trabajo de golpe. Pensamos que sería interesante aportarle cada semana una píldora del extra que, poco a poco, le introdujese en la figura de “El Genio”. Eso nos permitió, además, comprobar qué temáticas eran las más exitosas. Los apartados más leídos fueron los de “Dalí y el sexo” y “el Dalí político”.
También quisimos afrontar el desafío de explicar las cosas de manera diferente. Dalí era surrealista y, en cierta manera, ello nos permitía ser “surrealistas” a la hora de hablar de él. Queríamos ofrecerle al lector la posibilidad de ser activo, de ir descubriendo cosas aquí y allá, a su aire. Brindarle una posibilidad real de interactuar. Y rodearle de un universo
gráfico que nos ayudase a comunicarle lo que queríamos.
Estamos muy orgullosos de este trabajo, y de la repercusión que ha tenido. Pero también estamos contentos por lo mucho que hemos aprendido con él, a través de sus virtudes y sus defectos.